La vocación de Marga Bibiloni por los niños la ha llevado a fundar tres empresa apenas entrada la treintena. Con solo veinte años montó un pequeño chiquipark de 80 metros en Son Ferriol. En menos de un año se trasladó a otro local cercano más espacioso. Y en breve se cumplirán cinco años desde su último cambio, cuando se instaló en la calle Àngel Guimerà.
El local de 700 metros cuadrados cuenta con dos parques en uno, el Hakuna Matata Park y el Princesas Park, abiertos todos los días de la semana. El de princesas está más enfocado a las niñas. Pueden bailar en la discoteca, se visten de princesas, se pintan las uñas o se peinan y hacen un desfile ante los padres. Además, la monitora se disfraza del personaje que ha escogido la niña y canta una canción en directo. Frozen es, hoy por hoy, la princesa más demandada. En cambio, el Hakuna Matata Park tiene piscinas de bolas, camas elásticas y un paintball con cañones que está siempre vigilado por un monitor.
En ambas actividades hacen maquillaje facial a niños y niñas con el dibujo que quieran. Para merendar, se puede escoger entre diferentes menús para niños y para los padres que se queden. El parque siempre está abierto al público individual mientras no se superen los 30 niños. También hacen fiestas para adultos en horario de día.
En estos más de trece años, Bibiloni se ha profesionalizado y lo que comenzó como un entretenimiento que complementaba con su trabajo se ha convertido en tres empresas con 18 trabajadores. Su segundo negocio, Sueños cumplidos, nació por la gran demanda de los padres. Se dedica a los eventos a domicilio, desde fiestas de comunión a fiestas infantiles para ayuntamientos o empresas.
La empresa colabora con varias entidades y ONG dedicadas a los niños más desfavorecidos y una vez a la semana celebran gratuitamente un cumpleaños para familias cuyos padres están en desempleo o con problemas económicos.
Con la idea de facilitar a los padres el disfrutar de los hijos, en febrero pondrá en marcha su tercera empresa, el restaurante Sueños cumplidos, para eventos y familias con niños en la zona de Porto Pi. “No será un restaurante al uso, sino de espectáculos para familias, porque si tienes hijos no hay dónde ir”, indica.
“En estos quince años la empresa ha crecido y los niños y niñas ahora son mucho más espabilados, pero siguen disfrutando de jugar. Por eso no tenemos consolas. Nuestro deseo es que se lo pasen en grande y que la fiesta sea como ellos quieren”, concluye.