Desde tomates, pimientos, calabacines, sandías y melones hasta lechugas o fresas, que es una de las últimas apuestas por el kilómetro cero que AgroMenorca ha hecho recientemente. Una sociedad agraria líder en la isla que produce un millón y medio de kilos de productos hortofrutícolas al año y distribuye más de tres, cuyos clientes son los grandes supermercados, los pequeños minoristas así como hoteles, restaurantes y comedores colectivos como hospitales, residencias geriátricas o escuelas. Productos de siempre, payeses del siglo XXI que hacen economía de escala, sumando una extensión de casi cien hectáreas de producción entre cuatro fincas situadas entre Maó y Sant Lluís. AgroMenorca y sus socios dan trabajo a cuarenta y cinco personas y el año pasado facturó tres millones de euros. Un ejemplo de esfuerzo, colaboración y competitividad.
ORÍGENES. AgroMenorca nació de la necesidad que los productores hortícolas pudieran estar organizados a nivel de comercialización y no estar dependiendo de un mayorista que les comprase o no la producción. Fue hace dieciséis años cuando plantearon agruparse para poder empezar a comercializar conjuntamente, constituyendo una sociedad agraria de transformación. “Se aliaron casi una decena porque no todos creían en este modelo y cuando se constituyeron como mayoristas, como llevaban en su ADN el famoso kilómetro cero, decidieron empezar por aplicar una filosofía basada en la comercialización del producto propio”, explica Mónica Planella, gerente en AgroMenorca desde el año 2006.
El reto estratégico que surgió posteriormente por el hecho de querer acceder a determinados mercados, como el de la hostelería o los comedores colectivos como los hospitales o las escuelas, es que necesitaban suministrar también todos aquellos productos que ellos mismos no cosechaban. “Podían servir tomates, pimientos o sandías cultivados en Menorca pero también les pedían la piña o el kiwi”, comenta la gerente.
Fue en este punto cuando AgroMenorca se dio cuenta que les faltaba más experiencia de mercado y decidieron buscar un socio que les ayudase. “En Mallorca se había constituido diez años antes Agroilla con la misma filosofía y el mismo modelo que Agromenorca, con lo que apostaron entrar como socios, aportando su experiencia”, detalla.
Decidieron crear un equipo de trabajo para la gestión y alquilar una nave de 700 metros cuadrados para el almacenaje y la distribución.
Una de las decisiones estratégicas más importantes desde el punto de vista competitivo fue plantear la producción desde la comercialización, es decir, adaptar las producciones a las necesidades de comercialización para de este modo, evitar generar excedentes, minimizar las puntas de producción y garantizar un precio estable, lo que contribuyó a consolidar el proyecto fundacional. “Los horticultores tienen una mentalidad muy abierta y eran conscientes de que su producto, no por ser de Menorca se tenía que vender más caro ni tenía que ser peor que otro del mercado. Se empezaron a corregir estos déficits, haciendo una selección natural entre los productores que decidieron constituir la sociedad en su momento”, explica Mónica Planella.
Esta transición acabó por configurar en 2006 el perfil societario de AgroMenorca, con la participación en la propiedad de cuatro sociedades agrarias, Balear Fruit, Verduras Moliner, Torelló Amagat y Agroilla, cuyo presidente actual es Joan Moliner.
NUEVA NAVE. En 2010 inauguraron una nueva nave de mil quinientos metros cuadrados en el polígono industrial de Maó pensando en modelo de central hortofrutícola en la que se pudiera clasificar el producto. Con una inversión cercana al millón de euros, se equipó con una sala de confección y una sala de envasado, además de cámaras frigoríficas para la conservación del producto. Con el paso del tiempo se fueron incorporando vehículos para la distribución y hoy en día AgroMenorca dispone de una flota propia de diez vehículos. “Para nosotros ha sido muy importante crear vínculos con nuestros clientes en cuanto a producto pero también en cuanto a servicio. De hecho, somos productores, atendemos producciones y por ello nos adaptamos y producimos lo que el cliente nos pide. El clima evidentemente nos condiciona. Por ejemplo, si disponer de tomates el máximo de tiempo posible implica que al principio o al final de temporada debemos tener invernaderos, los tenemos. Así alargamos al máximo el ciclo, optimizando las producciones. Lo que está claro es que al productor le interesa tener trabajo todo el año y evitamos tener que traer tomate de Almería”, añade la gerente.
No han apostado de momento por el producto ecológico porque consideran que no existe una masa crítica suficiente para mantener una línea con los productos y los volúmenes con los que se mueven. “Para ser productor ecológico hay que estar debidamente certificado. Nosotros no hacemos en ningún caso una agricultura industrial y la presión fitosanitaria a la que se somete a las frutas y verduras en Menorca es muy baja. En AgroMenorca trabajamos sin intermediarios y lo que no podemos producir aquí, lo traemos de nuestro socio de Mallorca, que climatológicamente empieza a producir un poco antes que nosotros. Disponemos también de producciones concertadas en la Península que también cosechan para nosotros y si hace falta, se acaban comprando en Mercabarna, como por ejemplo los plátanos”, indica.
Gracias a esta apuesta han conseguido disponer de una estabilidad que les ha permitido llegar a los tres millones de facturación en el pasado ejercicio y mantener una estructura de cuarenta y cinco puestos de trabajo entre las fincas y la central hortofrutícola. “No tenemos grandes crecimientos pero sí una constante en la facturación. La tendencia actual en clientes de la hostelería o comedores colectivos ha sido sustituir el producto caro por el más económico, provocando que hayamos tenido que mover más volumen a un precio más bajo. El futuro de nuestra empresa está en consolidarnos, que la gente nos conozca y entienda el concepto con el que trabajamos de producto y de servicio”, concluye.
En este sentido, han puesto en marcha un programa de visitas escolares para que los niños conozcan el campo menorquín y las estacionalidades.