Desde hace cinco años, Meliá Hotels International, junto con el Govern, el Ajuntament de Calviá y otras compañías pequeñas, medianas y grandes, han venido impulsando un profundo proceso de reconversión de Magaluf, un destino maduro necesitado de inversión pública y privada, coordinación administrativa y de un buen plan de marketing de destino.
La inversión privada -superior a los 200 millones de euros- realizada en hoteles y locales de ocio, apoyada por actuaciones públicas, como un nuevo paseo peatonal, y por una respuesta eficaz y coordinada de las administraciones públicas y las fuerzas de seguridad, han hecho posible hablar hoy de un “nuevo Magaluf” en el que predomina el turismo familiar, con la mitad de los hoteles en la categoría 4 estrellas, donde se crea empleo y se empiezan tímidamente a prolongar las temporadas. Un destino que los mallorquines residentes han vuelto a pisar tras décadas de olvido, y en el que los turistas ya no temen encontrarse escenas desagradables al salir del hotel.
Sin embargo, la problemática de Magaluf no se limita a la calidad de la oferta y a la seguridad, pues se enfrenta a un tercer reto casi tan difícil de afrontar como los anteriores: revertir la reputación de “destino de desfase” fomentada por un poderoso sector de la prensa inglesa, un estigma que dificulta los esfuerzos de los empresarios por reposicionar el destino y atraer al tipo de turista que todos deseamos. Y es que el “fin” (vender periódicos y conseguir audiencias) ha venido justificando los “medios” para muchos tabloides, diarios digitales y cadenas de televisión, sobre todo británicos, aunque algunos grupos españoles también se han prestado.
Con sus reportajes de borrachos en la calle, jóvenes denigrándose a cambio de chupitos, e incluso un drama como el balconing, estos medios habían convertido a Magaluf en uno de los contenidos más morbosos y rentables de cada verano; un negocio que se resisten a perder, y que los propios medios se encargan de alimentar con escandalosos reportajes y “reality-shows” y mediante la divulgación frívola de conductas antisociales.
Por ello es especialmente destacable el esfuerzo público-privado realizado para librar esta otra batalla: la de la comunicación. En ella hemos conseguido avances como “expulsar” de Magaluf a un reality tan dañino como “Geordie Shore”, o presentar ante los principales medios de Londres, con notable éxito, un plan creíble sobre la transformación del destino. Hemos conseguido transmitir la firmeza de las instituciones ante las conductas antisociales comunicando las nuevas ordenanzas, la imposición de sanciones, o actuaciones como la reciente redada de la Guardia Civil sobre los llamados “party-boats”, que obtuvo un eco extraordinario.
Hemos avanzado algunas posiciones, sin duda, pero no habremos ganado esta batalla hasta que la mayoría de medios británicos reconozcan al “nuevo Magaluf” como uno de los grandes atractivos para viajar a Mallorca, al igual que han hecho ya influyentes revistas de viajes como las de ABTA, EasyJet o Ryanair.