Este 2016 ha empezado mal para las bolsas y ya vemos descensos superiores al 10% en la mayoría de índices bursátiles, lo que ha provocado la pérdida de soportes muy relevantes que analizaremos detenidamente en próximos números. Es difícil saber si en estas caídas se empieza a vislumbrar un cambio de ciclo tras subidas consecutivas más o menos acentuadas desde 2012. Para ello habría que analizar varios factores:
El crecimiento mundial no se está frenando y los bajos costes de las materias primas ayudan. Esto debe tener una consecuencia directa en los beneficios y previsiones empresariales. No hay que olvidar nunca que cuando se invierte en bolsa se están comprando empresas y está a punto de comenzar la campaña de presentaciones de resultados trimestrales, y se mirarán con lupa ya que pueden poner freno a estos descensos o por el contrario acentuarlos.
Las políticas monetarias de la zona euro deberían ser un gran aliciente desde dos puntos de vista: porque la financiación para las empresas y para las familias es más barata, lo que repercute en mayor consumo y más márgenes, y porque parte de las inyecciones de liquidez pueden ir al mercado financiero, en mayoría a la renta variable debido a los altos precios de la fija.
Estos movimientos tan bruscos provocan (intencionado o no) el pánico entre los inversores, especialmente los que menos conocen el mercado, lo que hace que los “indicadores de miedo” se estén disparando, debido por un lado a la alta volatilidad que vive el mercado y por otro a las encuestas de sentimiento. Pues bien, dando la razón a la “ley del sentimiento contrario”, históricamente son señales de subidas potentes en los mercados tras correcciones más o menos fuertes. Por ejemplo la encuesta de sentimiento del inversor minorista de la AAII ofrecía la semana pasada menos del 18% de alcistas, en los últimos 20 años solo se dio en junio de 2005, año en el que, por ejemplo, el Ibex subió un 18,20%.