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El zoo que mima a los animales

La familia Mir Martí lleva diez años al frente del centro zoológico. En la foto, de pié, Tomeu, Nel, Manel y Lluís. Delante, Maria, Carmen y Pam con su hija Alila | Gemma Andreu

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Reconocido como uno de los diez mejores centros zoológicos de España, según la clasificación Trip Advisor a partir de las opiniones de los propios viajeros, Lloc de Menorca es un concepto innovador de parque zoológico que ha creado un espacio idóneo de convivencia para animales especialmente protegidos y en el que se educa medioambientalmente al visitante. El zoo menorquín ha concebido un modelo propio donde las especies han sido acogidas gracias a convenios con los principales centros de rescate europeo. La mayoría provenían del tráfico ilegal, de maltratos en circos, de colecciones privadas, de abandonos o incluso de laboratorios, aunque también hay especies autóctonas. Un proyecto integral de amor profundo por los animales que la familia Mir Martí decidió iniciar a finales del año 2005 y que hoy en día visitan 50.000 personas cada año.

ORÍGENES. La historia de Lloc de Menorca nació de la idea del bisutero Nel Mir y su devoción por los animales. En el altillo de su pequeño taller de Ferreries siempre había mantenido una pequeña colección de aves que hacían las delicias de sus cuatro hijos y que incluso los alumnos de las escuelas del municipio se acercaban a visitar. “La primera idea que tuvo mi padre fue crear una granja de animales autóctonos pero, poco a poco, el proyecto lo fuimos encaminando hacia la concepción de un espacio más amplio de acogida para animales rescatados que, al no poder ser retornados a su hábitat natural, merecían tener una segunda oportunidad”, explica Lluís Mir, uno de los responsables del centro.

“Queríamos que fuera un lugar único y especial donde poder disfrutar de una gran variedad de animales entre razas autóctonas y especies exóticas de todo el mundo. Además, de algún modo, queríamos mostrar nuestro compromiso firme con los diferentes programas de conservación y educación ambiental para poder garantizar la mejor calidad de estos”, detalla. En este sentido, las instalaciones fueron creadas pensando especialmente en el bienestar de las especies y con el objetivo de que el visitante pudiera interactuar con ellos sin interrumpir su ritmo de vida. “Los 200 animales que tenemos aproximadamente entre aves, mamíferos y reptiles están repartidos en una extensión de unas cuatro hectáreas de terreno que permiten adentrarse en un bosque de lémures donde se interactúa con los simpáticos primates de Madagascar, ver volar a mochuelos, pasear entre emús y canguros australianos o aprender sobre el comportamiento de los macacos”, puntualiza.

El itinerario experiencial también permite observar de cerca a ciervos, tortugas gigantes, guanacos o la típica vaca roja menorquina, entre muchos otros animales. El centro ha ido creciendo y ampliándose gracias una continua inversión hecha en la medida de lo posible, ya que se financia íntegramente con las entradas de público. Junto a Lluís también trabajan su hermana María, que es monitora de una escuela de verano que organizan cada año; Manel, que hace las funciones de cuidador y jardinero; Tomeu en el restaurante y su madre, Carmen, en la recepción. En total son doce las personas que se encargan del centro desde marzo a noviembre, que es cuando está abierto. El goteo constante de familias con niños se triplica en temporada alta, y especialmente en los días de mal tiempo.

CONVENIOS. A lo largo de todos estos años Lloc de Menorca ha ido acogiendo distintas especies gracias a los convenios que mantiene con los principales centros de rescate europeos. Precisamente en octubre de 2012, gracias al acuerdo con la prestigiosa Fundación holandesa AAP, recibieron 18 primates rescatados de un laboratorio que decidió parar los experimentos y buscar un alojamiento en condiciones para los animales. “Los experimentos que se practicaban eran de carácter no invasivo y los animales estaban sanos. Después de una visita previa, los responsables de la fundación decidieron que sería un lugar idóneo de acogida”, explica Lluís. Con este fin construyeron una cúpula geodésica de 9 metros de altura que hoy supone uno de los hábitats más espectaculares del centro.

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