Ahora que la nueva alcaldesa de Madrid ha puesto en el punto de mira mediático las cooperativas, y aunque no estuviese nada acertada inicialmente al referirse a “cooperativas de madres”, lo cierto es que no deja de ser interesante e importante el binomio mujer/cooperativismo. Y lo es por la oportunidad que ha supuesto y supone para cientos de mujeres, que en otro tipo de empresas posiblemente no hubieran encontrado una oportunidad.
Las cooperativas, por sus principios y valores intrínsecos, se identifican muy estrechamente con la igualdad de género y la igualdad de oportunidades. Como regla general, la inmensa mayoría de mujeres que trabajan en una cooperativa sienten conciliada su vida laboral y familiar y, lo que es más importante, se sienten respaldadas normativamente.
En muchos países la eficacia del modelo de cooperativas ofrece a las mujeres una manera digna de salir de la pobreza y, con frecuencia, de escapar a la violencia y al abuso. Sin irnos más lejos, en Balears contamos con una cooperativa que da cobertura a mujeres, hombres y transexuales que, por iniciativa propia, viven de ser profesionales del sexo. Aquí también las cooperativas están abriendo caminos y dando respuestas a las realidades existentes. Cotizan y tienen Seguridad Social.
La participación de las mujeres en las cooperativas ha aumentado a lo largo de los últimos 20 años. Estudios que analizan la situación de la mujer en diferentes modelos de empresa concluyen que la integración real de la mujer en el sector cooperativo es superior al de las empresas tradicionales. Indicadores tan significativos como la retribución, las jornadas de trabajo, confirman que las mujeres y los hombres son iguales en las cooperativas.
Una vez más, las cooperativas vamos marcando el camino y abriéndonos paso para hacernos visibles en una sociedad en la que otro tipo de economía es posible. Y necesaria, me atrevería a decir.
La formación es otra de las constantes en el seno de las cooperativas. Y aquí también el papel de las mujeres es significativo, hasta el punto que destaca el alto porcentaje de mujeres que participan en las acciones formativas, superando al de los hombres.
No obstante, aún hay mucho camino que recorrer dentro y fuera del cooperativismo, donde dentro del sector agrario, aunque las cosas han evolucionado de forma muy favorable en los últimos años, existe un déficit palpable en la participación de las mujeres en la toma de decisiones, en los consejos rectores.
La situación de la mujer en España en temas tan concretos como el acceso al empleo, la retribución o el uso del tiempo, se encuentra en un nivel inferior al que puede tener en otros países de la Unión Europea.
Todo ello lleva a reivindicar la necesidad de avanzar más rápidamente en la puesta en marcha de las políticas precisas para que la ejecución de la Ley para la igualdad, prosiga sin retrasos; considerando que no se puede dar opción a que la actual situación económica obstaculice su progreso.
“Si una mujer entra en la política, cambia la mujer; si muchas mujeres entran a la política, cambia la política”. Análogamente, a esta frase atribuida a Michelle Bachelet, siendo directora de ONU Mujeres, se podría decir que “si una mujer entra en la economía, cambia la mujer; si muchas mujeres entran en la economía, cambia la economía.”
Y el futuro de la economía tiene nombre de mujer: cooperativa.