Astilleros Mallorca dispone de una plantilla de más de 90 trabajadores y de forma indirecta emplea a 110 personas más. Factura más de 20 millones al año, pero ya no construye embarcaciones. La empresa ha encontrado su lugar en el mercado, ha capeado el temporal y hoy es una de los mejores astilleros del mundo en la reparación integral de barcos, especialmente de época. Curiosamente, Astilleros Mallorca no tiene clientes de la isla, sino que la totalidad de las embarcaciones que acuden hasta sus instalaciones tienen su base fuera.
LA HISTORIA. En 1942 se fundó Astilleros Palma, que con el paso de los años y diferentes fusiones se transformó en los actuales Astilleros Mallorca. Inicialmente se instalaron en los antiguos terrenos de sa Pedrera, en el Paseo Marítimo de Palma. Se trataba de un astillero dedicado a la construcción de paquebotes mallorquines de gran tamaño -para la época- y que eran utilizados para el transporte de mercancías, principalmente entre las Islas y Barcelona. Es decir, no se trataba de un mestre d'aixa, sino de unos astilleros industriales. La primera evolución sustancial fue abandonar la madera para construir en acero, primero remachado, y ya en los años 50, soldado.
La construcción del primer paseo marítimo de Palma provocó la instalación de un puente giratorio, que debía abrirse cada vez que una embarcación tenía que entrar o salir del astillero. El paso de los años acabó convirtiendo en un gran problema el puente giratorio, puesto que cada vez que debía abrirse se producía un gran atasco en la ciudad. De esta forma, el Ajuntament de Palma solicitó a los astilleros un cambio de ubicación.
No fue hasta 1968 cuando el Mollet, donde se encuentran hoy ubicados, empezó a remodelarse. Existían allí dos pequeños astilleros: Ballester y Llompart, que se fusionaron con Astilleros Palma para crear los actuales Astilleros Mallorca. En 1969, la empresa se instaló en su nueva ubicación.
La década de los 70 no fue fácil para los astilleros. La crisis del petróleo, impagos... provocaron situaciones límite de gran conflictividad. Se continuó construyendo el barco tradicional de cabotaje, de tráfico con la Península, muchos encargados por la histórica Naviera Mallorquina. A finales del decenio se empezó a construir el primer yate.
Ya en los 80, la familias Freire y Santo Domingo, gallegos de gran tradición en el negocio de los astilleros, se hicieron con el control. Diego Colón de Carvajal, hoy director general de Astilleros Mallorca, inició su singladura en la empresa como jefe de producción. Es un gran conocedor de la historia de los astilleros y fue el gran impulsor de la evolución. “Hay tres hitos que son fundamentales en la historia de los astilleros: el traslado a nuestras actuales instalaciones, el momento de dejar de construir grandes barcos de transporte para centrarse en los yates y cuando se decidió apostar por las reformas de remodelaciones (refits) de embarcaciones de lujo”, explica Colón de Carvajal.
En 1984 se fabricó el último gran buque. Fue un gasero de 113 metros, el Butanero, pero la crisis y el mercado provocaron que se optara por la construcción de yates. El Jessica, actualmente Adix, es uno de los míticos veleros de tres palos que salieron de los muelles de los astilleros.
La construcción de grandes yates fue un negocio rentable, siempre con altibajos, durante años. En 1995 se botó el M.Y. Aldonza, el último yate fabricado por los Astilleros Mallorca, que reorientaron de nuevo toda su actividad. Diego Colón fue determinante para que se optara por abandonar la construcción de barcos. La competencia de gigantes asiáticos, con mano de obra a bajo precio, abocó a los astilleros mallorquines a especializarse aún más. Desde entonces, la reparación y reforma de grandes yates es el área principal de actividad de la empresa.
EL PRESENTE. Astilleros Mallorca, en sus instalaciones, solo puede tener en tierra a cuatro barcos, mientras que puede trabajar con diez más en el agua. Desde 2004 la capacidad de trabajo se ha multiplicado, puesto que la Autoridad Portuaria cedió un gigantesco espacio a la empresa Servicios Técnicos Portuarios (STP), que reformó y modernizó las instalaciones. Hoy tiene a disposición de cualquiera más de 55.000 metros cuadrados. De esta forma, Astilleros Mallorca acostumbra a alquilar espacios para aumentar su capacidad de trabajo.
Cuatro grandes áreas conforman los pilares del astillero: metal, mecánica, electricidad y carpintería. La empresa está especializada en yates clásicos, que conforman la inmensa mayoría de su cartera de clientes. Anualmente pasan por Astilleros Mallorca unos 255 barcos, 125 son reparados en sus propias instalaciones y 130 en las de STP.
La crisis también ha afectado a la empresa, puesto que han dejado de llegar barcos que han de ser remodelados por completo. “Antes había barcos que estaban hasta dos años en el astillero para una reforma integral, lo que se denomina un refit. Me refiero, por ejemplo, a aumentar la eslora de la embarcación. Ahora hay muchas más reparaciones pequeñas y no tantas grandes”, explica Colón de Carvajal, que recuerda que “hace muy pocos meses el 50% de la flota estaba en venta”. “Algunos ricos han dejado de ser ricos, otros no querían aparentar que continuaban siendo ricos y muchos otros decidieron no hacer ninguna remodelación en su barco a la espera de tiempos mejores”, asegura Diego Colón.
Astilleros Mallorca tiene en la actualidad 90 trabajadores en plantilla, si bien en sus instalaciones se ubican diferentes empresas, que contrata regularmente, y que dan trabajo a unas 110 personas más. Se trata de especialistas, fundamentalmente en electrónica.
La época de mayor trabajo, lógicamente, es en invierno, puesto que todos los clientes quieren tenen su barco a punto en verano. Los principales clientes son ingleses y no hay ni un solo propietario mallorquín. De hecho, la inmensa mayoría de las embarcaciones tiene su base fuera de Balears.
Mallorca es un lugar privilegiado para los astilleros, puesto que los grandes yates hacen habitualmente dos temporadas: la del Mediterráneo y la del Caribe, que coinciden con el invierno en las Illes Balears. La isla está justamente en el tránsito de una temporada a otra, camino del Caribe. Así, Mallorca se ha convertido en una parada casi obligada para repostar, adquirir material... y hacer cuantas reparaciones sean necesarias.
La bondad del clima y el buen vivir de Mallorca son un aliciente más para los capitanes de los grandes yates de lujo, que habitualmente son quienes toman las decisiones. En este sentido, son muchos los capitanes que se instalan en Mallorca con su familia, mientras el barco se encuentra en los astilleros.
La empresa, consciente de dónde se encuentran sus potenciales clientes, tiene en plantilla a un comercial, que se desplaza dos veces al año al Caribe y a Florida. De igual manera, visita también en dos ocasiones por año la costa francesa.
Astilleros Mallorca afronta el futuro con optimismo. Su apuesta por las reparaciones y remodelaciones de grandes yates de lujo se ve reforzada con las intenciones de la empresa, que pretende conseguir unas nuevas instalaciones de varada. La empresa pretende ampliar su capacidad y poder alcanzar barcos de 4.000 toneladas, a los que hoy no tiene accesso Astilleros Mallorca. En todo caso, es imposible precisar cuándo podrá tener acceso a este nuevo espacio, puesto que la decisión depende de la Autoridad Portuaria. Hoy, en seco, la eslora máxima de los barcos que puede atender es de 65 metros.