La madera es un ser vivo y, como tal, necesita ser cuidada, casi podríamos decir mimada, a base de aceites e incluso tratándola al vacío. Es así como hace 20 años, Joan Allés Cortés, maestro artesano en carpintería fina, quiso innovar y contribuir al sector maderero con la apertura de la primera planta de impregnación en autoclave para proteger y hacer durar la madera.
Un paso adelante que esta pequeña empresa familiar, con casi 75 años, quiso dar en su momento adelantándose a los tiempos y contribuyendo a que los carpinteros de Menorca pudieran disponer de un producto de larga vida. Joan Allés conoce como nadie el sector porque a parte de ser vicepresidente primero de la Cámara de Comercio de Menorca, forma parte de las principales asociaciones nacionales de la madera.
ORIGEN. Sin más pretensiones que las de ejercer el oficio, Josep Allés Bosch abrió su primer taller en la calle de la Pau de Ciutadella a principios de 1940, una carpintería dedicada a la fabricación de muebles para el hogar y toda clase de trabajos. Su hijo Joan entró a ayudarlo con tan solo trece años para seguir dando forma a la pequeña empresa familiar que se abría camino con una vocación de servicio y especial atención por el trabajo bien hecho. No en vano, el centro histórico de Ciutadella ha tenido y tiene la madera como protagonista en ventanales y portaladas de gran belleza, así como también en los famosos boinder (bow-window) de los que Maó también privilegiaba. El negocio fue creciendo y llegaron a ser seis empleados en una carpintería de renombre, hasta que el padre de Joan decidió retirarse y dejar paso a la nueva generación. Muy pronto aquellos cien metros de taller pasarían a ser mil con el salto técnico que estaban a punto de dar.
INNOVACIÓN. Hace 25 años, los carpinteros se quejaban de que la irrupción de nuevos materiales para la construcción, como el aluminio, les hacía perder cuota de mercado porque la madera no podía competir en durabilidad con un material tan solvente. Fue entonces cuando la inquietud del gerente de Fusteria Allés tomó forma, a raíz de una charla en la que se presentaban tratamientos de última generación que le hicieron desplazar hasta Inglaterra para descubrir una maquinaria completamente nueva que, mediante altas presiones y un sistema de doble vacío, permitía una impregnación integral de la madera. “Cuando entendí su funcionamiento y las posibilidades que se abrían con esta tecnología que aquí nadie conocía, tuve la visión de que estaba a punto de contribuir a un gran cambio en el sector. Tardaron nueve meses en fabricar una máquina y hacerla llegar hasta Menorca en unas nuevas instalaciones de mil metros en el polígono de Ciutadella, al que tuve que trasladarme para que se pudiera instalar. Casi me costó más la máquina que la nueva nave, pero en aquel momento fuimos la primera planta de Balears y de las primeras de toda España que existían”, explica orgulloso Joan Allés. El tratamiento inglés de doble vacío consistía en impregnar la madera a través de sus poros con aceites, resinas y una microinyección de insecticidas y fungicidas con un cierre hermético, que hacía que la madera fuera mucho más resistente a la meteorología y la biología. “Cuesta quizás de entender, porque estoy hablando de un proceso técnico que nadie conocía, pero en 1994 fue una revolución. Menorca es una zona de alto riesgo de termita y, además, existen una serie de normativas que cumplir, sobre todo cuando hablamos de maderas estructurales”, apunta el gerente. Al poco tiempo llegó a un acuerdo con Maderesa, la cooperativa de carpinteros de Alaior, para que fueran sus distribuidores con el objetivo de poder ofrecer esta tecnología a todas las carpinterías de la isla, que le hacían llegar la madera para que la pudiera tratar. En el año 2002, instalaron la segunda planta de autoclave en Mallorca, en el polígono Son Llaüt de Santa María, junto con la empresa Trima, Tratamientos Integrales de la Madera, con la que estuvieron colaborando seis años.
PASARELAS. La especialización y la innovación han hecho que esta carpintería de origen familiar haya acometido trabajos vistosos pero complejos, como pantalanes flotantes o pasarelas que hoy se pueden ver en diversas playas de Menorca, pero también en el Camí de Cavalls. “Unos de los últimos trabajos han sido para el Club Náutico de Ciutadella en Cala'n Busquets y unas pasarelas nuevas de Son Bou. Estamos hablando de cuatrocientos metros de madera que estará expuesta a condiciones climáticas severas pero que, con el paso de los años, seguirá ofreciendo un aspecto inmejorable, como las pasarelas que hicimos en la playa de Sant Tomás hace diez años”, explica el gerente. “Como carpintería hacemos de todo, desde restaurar un balcón antiguo a hacer unas puertas, pero este tipo de trabajos de exterior son los que dan sentido a nuestra forma de ser y trabajar”, reflexiona Joan Allés.
“Mi obsesión es que los centros históricos no pierdan la calidez que ofrece la madera en las construcciones. Me he dedicado también a dar muchas charlas a arquitectos, constructores y demás empresas del sector para que comprendan que si el barniz es un tratamiento superficial, la impregnación en autoclave supone un claro avance”, concluye Allés.