La tradición y las fórmulas familiares son las principales bazas de Embutidos Munar, una empresa originaria de Felanitx y ubicada hoy en Porreres, que se dedica en exclusiva a la producción de sobrasada y paté. Con 62 años de historia, Embutidos Munar está regentado por la segunda y la tercera generación de empresarios que consideran su firma como “una empresa atípica”.
Una de las características de esta ‘atipicidad' es que distribuyen a pequeños y medianos comercios de Balears y la Península, sin necesidad de un comercial. Apuestan por el comercio local y se niegan a distribuir al sector de la hostelería. Otra de sus características es el amor que tienen a sus productos y que, a pesar de la crisis y los momentos difíciles que pueda haber sufrido la empresa en seis décadas, jamás han pedido un crédito al banco. “Siempre calibramos en medida de nuestras posibilidades”, apunta Josep Lluís Munar, actual administrador de la empresa.
Los orígenes de Embutidos Munar se remontan a la Guerra Civil española cuando el patriarca de la familia, Jaume Munar Prohens, tuvo que regresar a Felanitx y abandonar sus estudios de veterinaria en Zaragoza a raíz del estallido del conflicto. Estas circunstancias propiciaron un futuro no previsto para el entonces joven estudiante que, junto a Alejandro Tejedor, decidieron abrir una fábrica de embutidos en Felanitx.
La creación de la fábrica de embutidos no fue fácil, ya que tuvieron que desplazarse a Asturias a comprar la patente, pero en 1942 consiguieron abrir la fábrica. “El tren llegaba a Felanitx cargado de cerdos, aquí se mataban, se troceaban y se hacían los embutidos”, explica Josep Lluís Munar quien comenta que una vez hechos los embutidos se embarcaban desde Portocolom a la Península, al sur de Francia o al norte de África.
La vinculación de Portocolom y Sóller con Francia provocó también que se extendiera la producción de paté, hoy producto estrella de Embutidos Munar. “Todo el mundo en Felanitx tenía una lata de paté en su casa, y la guardada como un tesoro”, recuerda Josep Lluís Munar, que regenta la empresa junto a su hijo, Jaume Munar, actual gerente de la firma.
Con los años, el patriarca Jaume Munar Prohens compró toda la empresa a su socio e incorporó a su esposa, Rosa Masot, en la actividad de la fábrica. Cabe destacar que precisamente las recetas de Rosa Masot son todavía hoy el referente para la fabricación de los productos Munar.
COMERCIO EXTERIOR. La exportación fue crucial para la expansión de Embutidos Munar, que tenía los puertos del Mediterráneo como su principal mercado. Con la guerra de Argel y la peste porcina se terminó la exportación al norte de África, pero el dinamismo de la empresa hizo que incluso enviaran sus productos a Filipinas.
No fue hasta 1982 cuando Josep Lluís Munar entró a trabajar en la fábrica. El hijo de Jaume Munar Prohens dejó la docencia para encargarse de la empresa familiar, que con el paso de los años había sufrido cambios. La exportación ya no era tan emergente “ya que las barreras sanitarias también supusieron barreras comerciales”, explica el actual administrador. Así que la exportación se centró básicamente en Catalunya, Valencia y Madrid. Además, por supuesto, de su actividad en Mallorca que iba creciendo a medida que aumentaba su fama.
En 1993 Embutidos Munar dejó su nave de Felanitx y se desplazó a Porreres, en una antigua fábrica de embutidos. Desde entonces Munar elabora sus productos allí. La carne de cerdo que utilizan proviene de Catalunya “porque en Mallorca no se engordan tantos cerdos”, bromea. Eso sí, la sobrasada de porc negre es criada por los payeses mallorquines y continúa siendo una marca de la casa con el sello de calidad de Indicación Geográfica Protegida.
Por lo que respecta a los patés, familia ha mantenido en secreto la fórmula de Rosa Masot y aunque hayan innovado en su producción -como el nuevo paté coent- la esencia continúa siendo la misma de antaño, con las cuatro marcas vigentes.
Actualmente su mercado se centra un 85% en Mallorca, un 10% en la Península y el resto lo exportan a Francia, Bélgia, Suecia y Alemania. “A nosotros nos interesa hacer fuerte el mercado de Mallorca, que es nuestro cliente”, reconoce Jaume Munar, tercera generación de empresarios y actual gerente. Es más, su manera de comercializar el producto es también un tanto particular, y si bien reconocen que el mercado turístico es motor económico para Balears, ellos se han negado a distribuir sus productos al sector hostelero. “La oferta complementaria es otra cosa, pero no a los hoteles”, recalca Jaume.
UN MERCADO EXIGENTE. Cabe destacar que centrar su mercado en Mallorca supone también tener una clientela más exigente. Así al menos lo reconocen los dos empresarios: “Los mallorquines saben qué es la sobrasada, y esperan que sea de calidad. La distinguen de inmediato”, aseguran mientras recalcan que “hay marcas que forman parte de la vida familiar y nosotros queremos formar parte del patrimonio gastronómico de Mallorca”. Aun así, el administrador reconoce que además del mercado balear, el catalán también sabe “apreciar y reconocer la buena sobrasada”, cosa que no pasa en otros puntos de la Península. “Basta recordar que el mayor productor de sobrasada está en Murcia”, dice Josep Lluís. “Ellos producen más que todos los fabricantes malloquines juntos”.
ACTIVIDAD Y DINAMISMO. Sobre la actividad empresarial, Josep Lluís Munar recuerda que hace 18 años que no tiene ningún agente comercial y “aun así existimos”. “Llevamos la empresa a base de no conformarnos con lo que hay, sino intentando crecer en la medida de nuestras posibilidades”, apunta. Eso también les lleva a ser una empresa un tanto particular que con solo 6 trabajadores intercalan la producción de patés y sobrasadas los diferentes días de la semana. Además, “somos una empresa atípica porque no tenemos ningún crédito ni hipoteca, avanzamos en la medida de nuestras posibilidades sin tener que acudir a los bancos o cajas”, explican padre e hijo, que recuerdan que empresas mucho más grandes que la suya “han tenido que cerrar por la crisis y la bajada de consumo”. “Nuestra suerte ha sido prevenir la crisis a tiempo, izar la vela y dejar que el mar nos lleve”, sentencian.