Felipe Navío (Molina de Aragón, Guadalajara, 1950) es el presidente de la Asociación Española de Compañías Aéreas (AECA), buen conocedor de los cambios que en los últimos años han acontecido al sector, sobre todo después de la liberalización del mercado aéreo europeo. Navío analiza la evolución de las compañías low cost y la situación de las llamadas tradicionales.
Más de un 70% de los pasajeros que llegaron a los aeropuertos de Balears en 2012 viajaron en compañías low cost. ¿A qué se debe?
El mercado ha cambiado y también el turista que, de manera importante, ha preferido configurar su paquete turístico de forma directa a través de internet. Este comportamiento del turista ha permitido un desarrollo importante de las compañías low cost, además de una estructura tarifaria muy ajustada en términos de coste. Esto ha hecho que el turista reserve por un lado el viaje, y por otro lado su alojamiento.
¿De ahí el éxito de este tipo de compañías?
Esta situación de estructura tarifaria es lo que ha hecho significativo el crecimiento de estas empresas, en cuanto a volumen de tráfico.
¿Cree usted que continuará esta tendencia?
Conviene poner de manifiesto que a medida que se han establecido en los diferentes aeropuertos, estos crecimientos han sido cada vez mucho más moderados. Es como si el techo de crecimiento de las compañías low cost estuviera llegando al límite.
¿Han llegado a su tope después de más de diez años de expansión?
Con la desaparición del tráfico chárter, las cifras indican crecimientos mucho más moderados. Por otro lado, la desaparición de subvenciones por parte de destinos turísticos a este tipo compañías ha sido un elemento que también ha influido a la hora de que ajusten mucho más sus programaciones y no tengan esos crecimientos tan significativos.
¿Compañías como Air Berlín, llamadas híbridas, serán el nuevo modelo a seguir?
Prácticamente toda la industria aeronáutica ha sufrido una transformación radical a la hora de la gestión sobre cómo explotar su negocio. En estos cambios ha habido elementos de las compañías low cost que han sido positivos y han sido adaptados por las compañías tradicionales, y viceversa. De ahí ese híbrido. Al final es un negocio donde todos se van aproximando a una explotación económicamente sostenible. Deberían competir en igualdad de condiciones, pero todavía seguimos observando que hay destinos turísticos que siguen subvencionando las compañías low cost.
En caso de Balears no existen este tipo de subvenciones. ¿Es lo que pasó en Girona o Reus?
Efectivamente. En muchos destinos españoles todavía existen convenios o ayudas para este tipo de empresas. Cuando desaparecen estas ayudas, las compañías low cost ajustan a la baja sus programaciones y se producen reducciones de rutas.
¿Y la situación en Balears?
En los destinos de Balears vemos que las estructuras tarifarias de las low cost cada vez se aproximan más a las compañías tradicionales. Pero tienen una gran herramienta de marketing y venden la sensación de que los precios en low cost son mucho más baratos que en compañías tradicionales. Hoy en día un vuelo Palma-Madrid tienen un valor tarifario muy similar entre ellas.
¿Cuáles son los elementos más diferenciadores entre un tipo de compañías y otras?
Quizá el elemento más determinante de una compañía low cost respecto a una tradicional es el coste del personal. Hay estudios que indican que las condiciones económicas de los trabajadores de low cost son mucho más baratas. Otro elemento diferenciador es la política de compra de aviones. Las de bajo coste hacen grandes pedidos de aviones y consiguen, por parte del fabricante, unas condiciones de compra muy ventajosas.
¿Cómo ve usted la situación de las compañías tradicionales en un futuro?
Desde hace diez años la industria aérea española ha sufrido una crisis importantísima, con la desaparición de un número muy significativo de compañías aéreas. En el caso de Palma fue muy relevante la desaparición de Spanair. Eso supuso una disminución de frecuencias y de enlaces entre Balears y el resto del territorio español. Como digo, han sido diez años de una tremenda crisis, no solo en España sino en Europa. En un país como el nuestro, de destino turístico de primera magnitud, sí que se echa en falta una política activa por parte de las administraciones para apoyar e incentivar el desarrollo de una industria aérea nacional. Creemos que después de estos años de tremenda crisis para el sector aéreo, las administraciones, tanto autonómicas como central, deberían impulsar una política de desarrollo de la industria aérea nacional.