Con el olor a recién pintado todavía impregnado en el ambiente, el patio del Casal Solleric acogió ayer la puesta de largo de la exposición del alemán Markus Linnenbrink que aterriza al mismo tiempo en el espacio de Palma así como en Es Baluard Museu d’Art Contemporani en la que es la primera coproducción conjunta de ambas instituciones. La intervención de Linnenbrink, que ha contado con la colaboración de estudiantes del grado de Bellas Artes de Adema, reviste varios espacios de ambos lugares no pensados para ser espacios expositivos, resignificándolos pues a través de un sentido inmersivo y con algo de psicodélicos.
Comisariada por Fernando Gómez de la Cuesta y Jackie Herbst, la muestra incluye la intervención de las paredes de uno de los extremos del pasillo central y el ascensor de Es Baluard, por un lado, y la envolvente instalación del patio interior del edificio a través de una policromía trabajada y delicada en la quie destaca el estilo del dripping (goteo).

Para la aplicación de esta técnica, que consiste en dejar caer la pintura poco a poco, Linnenbrink ha contado con la inestimable colaboración y ayuda de cuatro alumnos de Adema que han trabajado codo con codo con el alemán.
En el caso del Casal Solleric, debido al nivel patrimonial del edificio, se ha colocado un vinilo sobre las paredes que han sido pintadas en el patio para proteger la estructura arquitectónica de posibles abrasiones provocadas por la pintura.
El propio artista se mostró contento con el resultado, que había sido terminado un poco a contrarreloj. Linnenbrink indicó que estuvo el pasado año en la Isla buscando la mejor forma de hacer encajar esta intervención y que decidieron que fuera en el patio, donde ha «llevado a cabo algo muy simple: hacer una cosa y repetirla una y otra vez. A través de esa simplicidad se alcanza la complejidad», explicó el germano.
Gómez de la Cuesta, comisario de la muestra y coordinador general de Cultura i Arts Visuals del Ajuntament de Palma, valoró que «el arte transforma la relación del edificio con la sociedad», en referencia al Solleric, y añadió que desde el ente público «hacemos lo que tenemos que hacer: que la creación cultural y la cultura crezcan de la mejor forma posible».
Por su parte, David Barro, director de Es Baluard, celebró la «colaboración cómplice» con el Solleric, una forma de tender puentes con otros centros isleños y de generar en ellos una «cercanía» que atraiga al público, ya que, como destacó, «queremos que se nos valore por nuestras exposiciones, pero también porque la gente sienta estos espacios como su casa». Mientras, la propia Herbst alabó la colaboración con Adema como otra manera de «reunir esfuerzos».
La horterada alemana ha llegado al Casal Solleric...basta ver las galerías de arte alemanas que han proliferado por el centro de Palma, a cual más hortera y estridente. Ahora entiendo porque Alemania nunca ha sido nada en arte pictórico y escultórico.