La muerte de Guillem Frontera fue recibida por la comunidad cultural como el mazazo que es. Las muestras de respeto y duelo por la pérdida no se hicieron esperar en la tarde ayer y de manera unánime compartían todas los mismos sentimientos: la admiración y el agradecimiento hacia quien fuera una figura clave de la literatura catalana en Mallorca.
«Era un autor global y completo, ha tenido un largo recorrido literario, comenzó muy joven ya con Els carnissers, novela que fue capaz de adivinar todo lo que sería la evolución social, mental y económica de Mallorca durante las cuatro o cinco décadas posteriores», afirma el catedrático Damià Pons, que añade:«Era un gran articulista, sus artículos sirven para caracterizar una época, y también fue un gran crítico de arte y gestor cultural, se va un gran valor de la literatura catalana de los últimos 50 años».
Por su parte, el geógrafo y escritor Climent Picornell, a quien unía una «gran amistad», recuerda como coincidieron en la Barcelona cuando eran jóvenes y cómo poco después montaron, ya en Mallorca, un bar en la barriada de Gènova, «Es Pou Bo, que abrimos en 1974 paseando por allí, se traspasaba un colmando y así lo hicimos». «Por allí pasó muchísima gente, como Maria del Mar Bonet y fue uno de los primeros lugares donde expuso Miquel Barceló». Para Picornell, Frontera era «dulce y cáustico al mismo tiempo; fue mi padre literario, si escribo es por su culpa», rememora.
«Fue un hombre que tocó todas las teclas de la literatura, fue poeta, novelista, autor de cuentos breves, hizo teatro y televisión, crítica de arte y muchísimo periodismo, y todo lo hizo bien», cuenta el escritor Pere Antoni Pons, colaborador de este diario y autor del libro Guillem Frontera. Paisatge canviant amb figura inquieta. Y sentencia:«Era un apasionado de la vida, de la cultura y de las artes, la música, la pintura y la literatura concentran toda su obra».
«La suya es una pérdida irreparable para la cultura, en mayúsculas; además de un maestro de la narrativa, fue capaz de inspirar y empoderar a nuevas generaciones de escritores gracias a sus buenos consejos, su generosidad y esa capacidad que tenía de transmitir su amor por la buena literatura», expresó Tomeu Canyelles, historiador y editor de Nova Editorial Moll.
Por su parte, el artista Ramon Canet, amigo personal de Frontera, se mostró golpeado por la noticia: «Me he quedado de piedra». «Lo quería mucho», comenta Canet que cataloga al escritor de «un maestro del que siempre se aprendía algo». A él le unía no solo una relación profesional y artística, sino también de amistad y casi de hermandad con quien «he vivido miles de cosas y muy bonitas». «Era alguien entusiasta, un grandísimo escritor, podías hablar con él de cualquier cosa y siempre te enseñaba algo» y se muestra tajante ante el panorama que deja su muerte: «No me acabo de imaginar el ambiente cultural sin Guillem Frontera».
Por otro lado, Miquel Àngel Campaner, de Ensiola, indcó que se ha ido «uno de los intelectuales más importantes, lúcidos y brillantes que hemos tenido». Lo describió como alguien «siempre dispuesto a dar, a ayudar, muy generoso, muy humilde, generoso y humano», una persona que «cuando escribía podía volar muy alto, pero cuando hablaba contigo no pretendía sobresalir y siempre intentaba enriquecerte».
Las redes sociales, por otro lado, también recibieron las manifestaciones de duelo de gente como la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol; la vicepresidenta del Consell, Antònia Roca; la Obra Cultural Balear; el exdirector deIB3, Andreu Manresa; el presidente de Òmnium Cultural, Xavier Antich; entre otros miembros de la cultura local y catalana.