La carrera del actor Antoni Pons va al revés de lo habitual. En lugar de hacerse un hueco poco a poco en la escena local a base de participar en proyectos de autores de la Isla, él ha cocinado a fuego lento su presencia con trabajos para el mercado internacional como Kleo o Der König von Palma. Se debe a su dominio absoluto del inglés y su gran nivel en alemán. Esto le ha llevado a hacerse conocido por el circuito alternativo y, ahora sí, recibir más reconocimiento a un actor que es el ejemplo perfecto de la profesión en España y del sacrificio que supone serlo.
Pons, que compagina papeles en la ficción con labores de presentador y hasta oficiar bodas, afronta el año próximo una emocionante nueva faceta: productor. En concreto al frente de The Hustler, largometraje que se rodará en Mallorca a partir de marzo de 2025 y dirigirá Isabell Suba, con quien ya ha trabajado en Der König von Palma y que cuenta con una trayectoria dilatada con proyectos para Netflix, entre otros.
Describe la futura cinta como «una comedia de acción que tratará temas como la identidad de género y la inteligencia artificial». Será, además, un filme políglota que alternará catalán, castellano, inglés y alemán, y abrirá «temas de discusión sin ser moralizante». Pons, por otro lado, habla de la producción como algo que «todo el mundo debería probar al menos una vez por cómo sirve para maximizar recursos y sacar el mayor rendimiento creativo».
Además, también le veremos en pantalla gracias a Norats, la serie de Ferran Bex y Toni Bestard para IB3 en la que hará de Bernat, líder falangista de Santa Maria. Un personaje al que ha «amado» y al que ha tratado de «entender sin juzgar» para ser una pieza más de una historia, la de la serie en su conjunto, que valora como «brutal».
Se puede decir que Pons vive un gran momento que llega tras trabajar como una hormiga desde que tuviera una suerte de revelación. Formado en Turisme en la UIB, pasó 10 años entre Iberostar y Amara Marketing, pero llegó un punto en el que se dijo a sí mismo: «¿Dónde me veo dentro de cinco años?» y la respuesta, sin ser clara, sí era obvia en algunas cosas como que no se veía en ventas. «No quería llegar a los 50 años, mirar atrás y decir: ay, si lo hubiera intentado».
Por esta razón, decidió formarse en la Escola Superior d’Art Dramàtic de les Illes Balears (ESADIB). Allí aprendió los entresijos del arte que ahora cultiva y que ha llevado a su versión más profesionalizada con una jerarquía de facetas en las que se orienta por «cómo utilizar mi arte para potenciar lo que las personas que me contratan puedan necesitar». Esto le hace alternar trabajos como presentador, actor de doblaje y la línea de bodas, dando una visión empresarial a su trabajo creativo.
Algo a lo que, en parte, se ve forzado por la realidad del actor en España y en Balears donde solo el 8% de los intérpretes viven de su trabajo y, de ese porcentaje, solo el 2% gana más de 30.000 euros al año. «Hay que ser realista de la lamentable precariedad del mundo del arte», comenta Pons que hace equilibrios para «dar una educación y una seguridad al entorno familiar».
En lograr esa estabilidad a base de papeles ha jugado un factor enorme su dominio del lenguaje. «Saber idiomas me ha abierto puertas en la ficción»ya que, y él era consciente, al entrar en el mundo de la actuación con 38 años era difícil hacerse un hueco cuando la mayoría de profesionales ya se conocían entre ellos. «Era muy complejo entrar, así que busqué otras líneas y la mía fue la ficción internacional». Lo dice el refrán y lo dice el propio Pons: «Nadie es profeta en su tierra, pero gracias a estas oportunidades me pude ir labrando la visibilidad al tiempo que mejoraba mis cualidades. Ruido del bueno». Ahora, Pons encara el final de año como presentador y con la mirada puesta en un 2025 que se presenta ‘movidito’ para el actor, lo que solo pueden ser buenas noticias.