El musical Chicago se ha ganado merecidamente su expectación y fama. Basado en las vicisitudes de Velma Kelly y Roxie Hart, acusadas de asesinato, y con la turbia corrupción de los años 20 como telón de fondo, impulsa una trama salpicada de crítica e ironía narrada a trepidante ritmo de jazz. El Auditòrium de Palma acoge entre este jueves y el domingo este montaje que despliega 11 músicos y 24 actores en escena.
Ela Ruiz, actriz, cantante y bailarina graduada en la prestigiosa Escuela Nacional de Artes de La Habana, se enfunda en la piel de Velma Kelly. Cuenta con una dilatada trayectoria en producciones musicales como Hoy no me puedo levantar, Jesucristo superstar, Fiebre del sábado noche y Ghost -con la que hizo con el galardón a Mejor Actriz de Reparto en los Premios del Teatro Musical-.
Veintisiete años representándose en Broadway avalan a este «retrato de las miserias humanas hecho con mucha elegancia, talento y sarcasmo», explica la cubana, que destaca a la mujer que interpretas como «pionera del empoderamiento femenino». La forma en la que este montaje desciende a las cloacas de la sociedad, a través de la corrupción, el asesinato, el adulterio y la traición hace de Chicago una obra «atemporal» en opinión de la entrevistada, cuyo personaje es una mujer «que está presa de la prensa que primero te eleva y después te deja caer. Si te fijas, este es un tema que está más actual que nunca, pero recordemos que en los años ‘20 era también era así. En aquella época los criminales no tenían que demostrar que eran inocentes, les bastaba aparentarlo», agrega con ironía.
Si algo deja claro el argumento es que la desgracia siempre da más juego que la felicidad. «Así es, está demostrado que los seres humanos aprendemos de los errores, no de las victorias».
Especializada en el musical, estaba predestinada a subirse a un escenario y desdoblarse en uno de los géneros más exigentes: «Siempre se me dio bien cantar, bailar y actuar a la vez. Habrá quien pueda hacer alguna de estas cosas mejor, pero las tres es difícil», apunta con confianza. Aunque su talento parece innato, asegura que «hay que tener disciplina para ser buena en algo, con talento solo no se llega lejos».
Reconoce que debió preparase a conciencia para el papel. «Fueron dos meses de trabajo muy intenso con los creativos de Broadway, son muy meticulosos, llevan muchos años representando esta obra y cuidan muchísimo los detalles». Y es que el musical siempre se ha ganado una merecida fama de exigente, porque entraña el dominio de varias facetas. Hay drama, comedia y naturalmente baile, «para mí es el género más completo y complejo, lo he vivido en carne propia en los últimos 20 años y te lo puedo asegurar. Y en el caso de Chicago hay que subrayar que el nivel es mucho mayor de lo habitual».