Hubo un tiempo en que muchos confundían el nombre de la asignatura del instituto con el título de la serie del momento. Y es que Física o Química ha sido una de las series españolas de más éxito, convirtiéndose incluso en una ficción de culto para el público adolescente. Una de sus protagonistas era la mallorquina Angy Fernández (Palma, 1990), que había saltado a la fama poco antes con Factor X, «el programa que lo cambió todo». Este jueves llega a las librerías el primer libro de la cantante y actriz: Bonito desastre (Ediciones B).
Bonito desastre es un diario en el que demuestra con valentía que, en el mundo de las celebridades, no es oro todo lo que reluce...
—Con las redes sociales ha habido un acercamiento por parte de los famosos, pero es cierto que no todo el mundo comparte sus miedos y no pasa nada. En mi caso, lo que hago es contar cómo me he sentido, aunque lógicamente no tiene porque hacer lo mismo todo el mundo. Mucha gente dice que he sido valiente, pero yo no lo veo así, porque el libro también me ha costado mucho trabajo. Me ha servido para saber cómo me sentía escribiendo, por si en el futuro quiero seguir escribiendo, tal vez un guion, pero también como terapia... Me sigue removiendo hablar de esto.
Parece que hay un movimiento de sincerarse sobre estos aspectos por parte de algunos rostros conocidos...
—En Estados Unidos se ha dado más que aquí: Justin Bieber, Miley Cyrus, Lady Gaga... Aquí no es tan normal. Obviamente yo no tengo su nivel de fama mundial ni nada por el estilo, pero quieras o no cuando eres joven todo te afecta mucho más. Por ejemplo, en el libro hablo de la muerte de mi padre y otras cosas muy duras que he vivido... Y, en cualquier caso, también he vivido cosas muy bonitas porque, al fin y al cabo, me considero una privilegiada, aunque no lo he tenido fácil, seguro que muchos lectores, se dediquen a lo que se dediquen, han pasado alguna vez por algo así.
¿No cree que los famosos tienen más responsabilidad a la hora de concienciar a la gente sobre salud mental?
—Es verdad que tenemos un altavoz, que muchos usamos, pero entiendo que haya gente que no quiera contar sus cosas... De hecho, a veces yo misma me he arrepentido de haberme abierto tanto.
¿Por qué?
—Por miedo a que luego no me saliera trabajo, a que pensaran que soy más débil o que voy a dar problemas... Me da miedo caer en la complacencia, no quiero dar pena, porque también me lo he pasado bomba muchas veces. Todo empezó de forma muy natural, yo compartía mi experiencia en Instagram, no pensaba en hacer negocio de ello y luego me propusieron hacer este libro.
¿Qué le motivó a aceptar hacerlo?
—Me lo pensé muchísimo, pero finalmente accedí porque era una oportunidad de contar mi vida, con sus luces y sus sombras, aunque el miedo casi me lo impidió. Actriz, cantante, ahora escribo... ¿dónde me ubicará la gente? Pero un día me pararon por la calle para darme las gracias porque, a raíz de lo que publicaba en Instagram, por fin se había decidido a ir a terapia. Entonces vi que podía ser útil. No soy psicóloga, insisto, solo cuento mi experiencia, que es la de una chica normal que ha vivido una vida a veces un poco anormal. Ojalá todos los que lo necesitan y quieren ir a terapia pudieran acceder a ella a través de la sanidad pública....
En el primer capítulo de Física o Química ya aparece un suicidio...es una serie que dio visibilidad a temas de salud mental, también de racismo o maltrato...
—Sí, recuerdo que antes, en Compañeros, también me impactó que apareciera un caso de bulimia. Me acuerdo muy bien de cómo me sentí con ese primer capítulo porque encima estaba en una época muy mala. A raíz de allí empecé a hablar con naturalidad de la salud mental.
«Adoro ser mallorquina», pero reconoce que cuando va a Mallorca no se siente del todo feliz...
—Me fui con 16 años, aunque era una adolescente feliz y no me hubiera ido tan rápido, pero surgió así, de repente, cuando me llamaron para Factor X. Pero la mitad de mi vida la he pasado en Madrid, he ido perdiendo el contacto con mis amigos... y, sin embargo, me siento muy mallorquina y estoy orgullosa de serlo, quiero que todo el mundo sepa que soy mallorquina. Lo que sucede es que siento mucha nostalgia al volver a casa, se despiertan muchos recuerdos...
Pero confiesa que no es profeta en su tierra, aunque recuerda con cariño que empezó con 13 años en la televisión autonómica...
—Noto, por ejemplo, que compañeros míos andaluces les hacen más caso en Andalucía, pero en Mallorca no pasa tanto. He sentido que me han tenido más en cuenta para trabajar en Canarias que en mi tierra, cuando a mi me encantaría trabajar en mi tierra.
De hecho, está en la obra de teatro Una terapia integral, junto a la también mallorquina Llum Barrera.
—¡Sí! Y fui a Mallorca con La llamada, lo que me hizo mucha ilusión porque pudo venir a verme mi abuela, aunque ya estaba muy mayor. Ojalá esta obra también venga a Mallorca. Con Llum, además, estaré en su nuevo programa de IB3 Televisió, Pim, pam, Llum. Por otra parte, me han invitado al programa Aquí la tierra, de La 1, y me preguntaron dónde quería grabar y tuve claro que en mi tierra, Mallorca.