Las Conversaciones Literarias de Formentor concluyeron el domingo en las afueras de Marrakech, en el hotel Barceló Palmeraie, cerca de uno de los palacios reales de Mohammed VI, a pocos kilómetros de Jemaa El Fnaa, la plaza más conocida de Marruecos. En su itinerancia desde el año 2021, después de pasar por Sevilla, Las Palmas de Gran Canaria y Canfranc, esta vez las Conversaciones transitaron de la exuberancia de la península de Formentor a la solemnidad del Magreb, bajo el lema de ‘Genios, nómadas y beduinos’.
Con ese tema, el fotógrafo, escritor y cineasta Jordi Esteva parecía identificarse por completo: «genios, nómadas y beduinos, eso es lo que yo he perseguido siempre, como la tradición oral», aseguró mientras comentaba The Oasis of Egypt de Ahmed Fakhry. Entre referencias literarias a nómadas y errantes, el viaje fue un tema recurrente. El poeta y periodista David Castillo señaló que «el viaje forma parte de la gestación de la literatura».
El norteamericano Paul Bowles fue uno de los novelistas más citados. «Gertrude Stein le habló de Marruecos y decidió embarcarse; al ver por primera vez la costa africana, desde la cubierta de un barco, tuvo una epifanía, que recoge magistralmente en ‘Memorias de un nómada’», apuntó María Belmonte. El periodista Albert Lladó sostuvo que «viajar es siempre hacerlo a uno mismo, aprender a mirar lo que, hasta el momento, nos era invisible», y se refirió a ‘Las ciudades invisibles’ de Italo Calvino, y, dijo que «hay muchos tipos de ciudades, por ejemplo, las que se llega por primera vez o las que se dejan para siempre».
En la última jornada, se homenajeó a Juan Goytisolo, que encontró en la plaza Jemaa El Fnaa inspiración y sentido, en una ciudad en la que fijó su residencia desde 1996. El escritor Vicente Molina Foix, la catedrática Aline Schulmann y el periodista Joseba Elola rememoraron la relación de Goytisolo, Premio Formentor en 2012, con Marrakech.
El ganador de esta edición, el húngaro László Krasznahorkai, declaró, al lado de Juan Manuel de Prada, Pola Oloixarac y Basilio Baltasar, que «nos hallamos en plena cínica autoliquidación, como hijos no demasiado extraordinarios de una época no demasiado extraordinaria», y concluyó que «todavía creamos obras, pero ya ni siquiera hablamos del cómo».
Entre el mundo musulmán y la sociedad afrancesada, entre la cultura más refinada y el turismo como exponente de la uniformidad del mundo, discutiendo entre la frontera entre lo que es cultura y lo que es espectáculo, terminaron las Conversaciones. Entre el público, en buena parte desplazado desde Mallorca y donde destacaba la escritora Roser Amills, alguien comparaba el paisaje de Marrakech con la definición que George Sand hizo de la Isla: «el verde de Helvecia bajo el cielo de Calabria con la solemnidad y el silencio de Oriente».