Nunca un estilo tan marcado fue tan difícil de definir. Naíf y a la vez inquietante, con una mezcla de elementos de la cultura pop y guiños a los cuadros más importantes de la historia del arte, seres mágicos amables y otros monstruosos, ternura y terror. Todo estos componentes conforman el universo artístico de Ricardo Cavolo (Salamanca, 1982) que, tras publicar títulos autobiográficos como 100 artistas sin los que no podría vivir (2014) o ilustrar las obras de Lorca Romancero gitano (2022) y Poeta en Nueva York (2023), todos ellos con Lunwerg, ahora se adentra en la aventura de lanzar su primer cuento infantil: León tiene el pelo de fuego.
A pesar de cambiar de público, el autor ha asegurado este miércoles a Ultima Hora, antes de presentar y firmar ejemplares en la Fira del Llibre de Palma, que no ha tenido que adaptar ni sacrificar su estilo. «Solo he tenido que reducir texto, hacerlo más conciso, concreto y sencillo», apunta. La idea de esta historia surgió a raíz de un hecho real: cuando su hijo León empezó la escuela de infantil con 3 años, algunos niños empezaron a insultarle llamándole ‘niña' porque tenía una larga melena.
«Simplemente se lo dejamos crecer, pero no por hacer ninguna declaración de nada, sencillamente encajaba con su personalidad. Tenía una melena rubia preciosa, con bucles, hasta que un día decidió que se lo quería cortar para que dejaran de meterse con él. Finalmente, el 8 de marzo, Día de la Mujer, fuimos a la peluquería. Tampoco se trataba de usarlo como un arma contra la sociedad, así que accedimos a cortárselo. Que usaran el género como insulto es bien representativo de la clase de sociedad en la que vivimos», lamenta.
El año pasado, cuando Cavolo y su pareja, la también ilustradora María Herreros, asistieron al festival Tinta Il·lustre que organiza Rata Corner, se dieron cuenta de que lo que le había sucedido a su hijo también podría servir para crear una historia. «Vimos tantos libros bonitos y sobre temas tan diversos que pensamos que sería una buena idea hacer también algo nosotros. María me instó a hacerlo yo, porque mi estilo es mas fantasioso, pero luego tuvo la oportunidad de hacer un cuento ella también», recuerda. Hace poco menos de un mes que vio la luz el de Herreros, titulado Melena de león (Molino) y, aunque el origen de ambas obras es el mismo, lo han abordado con sus estilos tan reconocibles como diferentes.
Fuego
Cavolo ha aprovechado el pretexto de la melena para hacerla de fuego, lo cual encaja con el hecho de que su hijo tiene un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). «No fui consciente hasta después de sacar el libro, pero casa muy bien con la idea de que tiene mucha energía. Por eso en el libro no se corta la melena, sino que se la apaga, apagando así su energía que, en un momento dado, retoma», explica.
Por otra parte, el artista admite que el planteamiento es muy coherente con su trabajo. «Siempre me ha interesado reflejar lo que no entra en lo normativo, hablar de la gente rechazada, como lo fui yo de pequeño. Primero, por gordito, luego se metían conmigo porque fui el primero de mi clase cuyos padres se habían divorciado; luego, además, mi madre tuvo una pareja de etnia gitana. Pasaba los fines de semana en el estudio de pintura de mi padre y, entre semana, convivía en un poblado gitano. Y eso era en los años 80. Puede que sean tópicos, pero la realidad pura y dura era que continuamente había gente que entraba y salía de la cárcel, otros morían de sida o vendían drogas. Desde siempre me he sentido rechazado, por eso intento buscar las causas de por qué el malo de la película es así», confiesa. Así, en esta «dicotomía rara», Cavolo forjó su arte, que, tal vez, si pueda encajar con la siguiente descripción que él mismo propone de su trabajo: «Explico las realidades desde el realismo mágico».
De hecho, está previsto que en noviembre llegue a las librerías la edición ilustrada de El Quijote(también con Lunwerg), otro célebre personaje marginal, tachado de loco. «Cervantes lo escribió para acabar con las novelas de caballerías porque eran un coñazo, mantenían el rol arcaico. Por eso se lo cargó con el antihéroe, algo que también hizo, por ejemplo, Clint Eastwood con la maravillosa Sin perdón. Pensaba que el western ya era un género muy anticuado y horrendo e hizo esta peli para que fuera el final de los cowboys. Don Quijote también anuncia el final de una era. Obviamente también meto influencias propias, con dibujos animados, cómics y demás».