Los que deban estudiar sobre nuestra época en el futuro leerán algo similar a esto en sus libros de Historia: ‘de repente llegó la Inteligencia Artificial y todo se puso patas arriba'. La aparición de estas tecnologías, latente durante años y floreciente como una primavera tecnológica acelerada, viene capitaneada principalmente por su versión más ‘instagrameable': la generación de contenido a través de IA. Ya sea texto (ChatGPT, entre otras), imágenes (Dall-e, entre otras) o vídeo (la reciente e inquietante Sora, la más conocida), su incorporación al día a día virtual parece inexorable hasta el punto de que incluso hay artículos ‘escritos' por IA y ya ha habido polémicas por ilustraciones creadas de forma ‘no humana'.
No obstante, ¿de dónde salen los referentes de estas IA? No son, para nada, una tabula rasa, sino que para ‘crear' necesitan unos modelos. Aquí muchas las preguntas, algunas de ellas de corte algo más filosófico (como si se puede llamar ‘inteligencia' a esta Inteligencia), otras más técnicas (como si vamos encaminados a una uniformidad estilística y acerca de las limitaciones de las mismas) y legales (como si es o no lícito el uso de obras creadas por artistas reales para nutrir las bases de datos).
Es en esta última parte en la que nos centramos porque hace cosa de unos meses, en Estados Unidos han arrancado movimientos legales que se oponen a Midjourney tras filtrarse una lista enorme de artistas cuya obra estaría siendo utilizada para ‘entrenar' a sus motores de generación de imágenes sin contar con el permiso de estos. A esa lista, de más de 15.000 nombres, se suma otra de artistas propuestos para ser añadidos de 16.000 nombres más. Y entre ambas listas aparecen una decena de nombres de artistas mallorquines o relacionados con la Isla.
Nombres mallorquines
Los artistas que aparecen en la lista de creadores, en este caso vinculados a Mallorca, ya utilizados son Joan Miró, Alexander Calder, Fernando Botero y Santiago Russinyol, mientras que la lista de artistas en vías de ser incorporados a la base de datos de Midjourney son los siguientes: Oriol Angrill, Miquel Barceló, Grip Face (David Oliver), Salvador Ginard, Susy Gómez, Guillem Nadal, María Vich Nadal y Domingo Zapata; además de estos también aparecen otros afincados o muy relacionados con la Isla como Josep Guinovart (autor, por ejemplo, del parque escultórico del Parc de la Mar), Roberto Montengro (mexicano que se formó en Mallorca) y Louise Despont (afincada en Mallorca), entre otros. Ultima Hora ha querido ponerse en contacto con ellos.
Una de las que llaman más la atención es la obra del genio catalán Joan Miró, que ya es utilizada por Midjourney para entrenar a sus modelos de generación de imágenes. Vegap, organismo que gestiona los derecho de autor de Miró, explica a este diario que desconocían este uso y comenta su director general, Javier Gutiérrez Vicén, que «la falta de transparencia de estas empresas de inteligencia artificial impide en la práctica conocer con antelación a los autores y el uso que quieren hacer» de obras protegidas por la Propiedad Intelectual y recuerda que la legislación española y europea «no permite reproducir las obras sin el permiso de los autores» y en especial cuando «estas se realizan modificando la integridad de las obras, lesionando los derechos morales y patrimoniales de los autores».
Una herramienta más
David Oliver, conocido como Grip Face, reconoce que ya había recibido alguna noticia de este hecho, pero reconoce no tener «una opinión muy clara al respecto» ya que en «el mundo del arte siempre se han utilizado referencias» y ve las IA como una «herramienta más» que entiende, pero no utiliza. Añade, además, que no le «quita el sueño», aunque sí opina que debería haber «restricciones» y «una reestructuración» en el uso de imágenes de artistas sin su permiso porque no deja de ser algo muy similar a «robarlas».
Otro afectado, Guillem Nadal, se muestra «muy sorprendido» por el fenómeno y reconoce no tener noticias de que su obra pudiera estar siendo utilizada, aunque avanza que «por un lado me da igual y por otro me parece robar», demostrando lo nuevo del tema y la dificultad de tener una opinión clara formada al respecto. De hecho, Nadal explica que ha habido artistas humanos que también han robado imágenes y hasta «te hace sentir importante», pero en el caso de la IA no tiene claro dónde se hallan los límites entre lo que sería plagio y lo que no. En cualquier caso, considera toda la situación «surrealista».
Por su parte, Domingo Zapata confiesa que le da «un poco igual» y que no le molesta que Midjourney utilice su obra del mismo modo que «otros artistas puedan basarse en mi trabajo para aprender y mejorar». No obstante, pone el foco en el factor educativo por encima del lucro económico que pueda extraerse de todo el fenómeno. Eso sí, reconoce «desconocer» que su obra se estaba utilizando para estos fines y confía en que «aunque tendremos que acostumbrarnos, supongo que se generarán vías legales para proteger los derechos de los artistas».
Alguien que está un poco en ambos lados es Xim Izquierdo. El artista mallorquín ha logrado visibilidad en el último año gracias a su trabajo precisamente con Midjourney y explica que le daría «un poco igual» si empezaran a usar su propio trabajo para entrenar a las IA y se muestra consciente de que «esto no va a parar». En cualquier caso, continúa pensando que «tiene que haber detrás una mente creativa», esa es la clave, porque la IA no deja de ser una herramienta al servicio de un usuario que es quien decide cómo utilizara y para qué.
¿Plagio?
Sobre el tema de si es plagio o no el uso del trabajo de artistas para nutrir a Midjourney, considera Izquierdo que en otro tipo de artes, como el cine, puedes ser mucho más obvio de ver, pero en su arte, la foto, es más complicado y «cada día» se lo pregunta en su propia actividad porque él mismo también parte de ideas de otros artistas que ve y le inspiran.
Otro artista que ha formado parte de la conversación recientemente es el menorquín Pablo Delcán, quien hace poco puso en marcha un proyecto experimental llamado Prompt-Brush 1.0, en el que hace lo mismo que haría una IA, crear a través de los prompts enviados por el usuario, solo que en este caso es un artista de carne y hueso quien crea: él mismo. Delcán, que cuenta con miles de solicitudes ya, se muestra muy favorable al entrenamiento de las IA con imágenes, aunque considera que herramientas como Midjourney o ChatGPT «deberían ejercer un mejor control sobre el tipo de imágenes que sus plataformas pueden crear, especialmente aquellas que derivan del trabajo de un artista que no ha dado consentimiento a reproducir obras similares».
Las dudas que genera la IA son más que las respuestas ofrecidas. Parece obvio que el futuro inmediato estará marcado por su irrupción y la imperiosa necesidad de adaptación –otra más– del común de los mortales a los designios del mercado y su expresión tecnológica. El destino es incierto, sí, pero la casilla de salida arranca con utilización dudosa del trabajo ajeno, secretismo y nula transparencia. La fortuna es que por mucho que se la llame inteligencia, la única mente real detrás de todo esto es la humana y esta, aunque le cueste, es capaz de algo mucho más importante que todo lo demás: rectificar.