Quentin Tarantino (Kill Bill Vol. 1 y 2, y Jackie Brown), Christopher Nolan (Dunkirk), Greta Gerwig (Mujercitas), Steven Spielberg (Ready Player One) y Edgar Wright (Baby Driver) son solo algunos de los nombres con los que ha trabajado Douglas Dresser como location manager. El norteamericano ha edificado una carrera sólida en el mundo de las localizaciones y su mirada experta otea estos días Mallorca escudriñando nuestra isla invitado por la Mallorca Film Commission y en colaboración con Palma Pictures. El objetivo es explorar nuestro territorio con el objetivo de atraer rodajes que tengan Mallorca como plató inmejorable.
¿Cómo describiría su trabajo?
— Diría que nos encargamos de tomar las palabras escritas en el guion e imaginadas en la mente de alguien, el director o el guionista, para llevarlas a la realidad. Para ello, trabajamos con los directores, los productores y los diseñadores de producción para llevar algo que solo está en la mente de alguien y encontrarle un espacio físico donde poder recrear estas palabras.
¿Cuánta libertad suele tener a la hora de trabajar con directores?
— Depende de cada uno y de cada proyecto. Cada cual es diferente y presenta una oportunidad especial para crear algo que sea nuevo y refrescante.
¿Qué es lo más importante a la hora de explorar un lugar?
— Son varias cosas. La accesibilidad, si encaja con la historia que se quiere contar, si es apropiado para los personajes de la película, si supone mucho coste, si es un lugar amigable para el equipo. Es el único trabajo en el mundo que tiene una gran anatomía creativa y es capaz de dar a una película su aspecto, su look, pero también ha de lidiar con las logísticas de traer a 200, 300 o incluso 500 personas a un lugar específico y, al mismo tiempo, ser respetuoso con el área y la comunidad local. Se ha de lograr un gran equilibrio entre lo creativo y el éxito desde un punto de vista económico y productivo.
¿Cuál es la relación ideal con la comunidad local?
— También depende de cada proyecto y de cada lugar. En algunos necesitas ser muy directo y explicar a los vecinos lo que va a pasar. En otros hay que ser versátiles y hablar con todos los departamentos de una ciudad: tráfico, residuos, policía, bomberos.Todos estos detalles se han de preparar con meses de antelación. En cualquier caso, una de las mejores cosas que podemos hacer es trabajar en estos detalles para lograr el impacto mínimo en los vecinos y crear cuantas menos molestias posibles. Por otra parte, es muy bonito cuando puedes mostrar un lugar de una manera que la gente del mismo se sienta muy orgullosa.
¿Ha habido alguna localización casi imposible de lograr, pero que haya salido adelante?
— Sí, muchísimas(risas). Es una de las cosas más geniales de este trabajo: estar en lugares donde no hubieras imaginado. Ya sea en la cima de los rascacielos más altos del mundo, una pueblo histórico en Corea o venir a una ciudad tan fantástica como Palma. El mundo es un lugar maravilloso y cada lugar aporta un sabor único. Lo bueno es tener cuantos más sabores y matices posibles para poder añadirlos a la recete de la película.
¿Qué historias se pueden rodar en Mallorca?
— Mallorca tiene muchas oportunidades. Puede acoger desde algo moderno a dramas históricos. Estamos muy impresionados con lo que hemos visto y solo es un aperitivo de todo lo que puede ofrecer. Estamos enamorados.
Ha trabajado con directores como Tarantino, ¿cómo fue esa experiencia?
— Con Quentin trabajé en Kill Bill, Jackie Brown y Abierto hasta el amanecer. Es uno de los momentos más maravillosos de mi vida.
¿Cómo fue el rodaje de Baby Driver, que tomó Atlanta?
— Puede imaginar que hubo muchísima logística. Tuvimos que trabajar codo con codo con la ciudad entera y su departamento de carreteras. Fue una oportunidad fantástica para crear un escaparate para persecuciones de coches usando la ciudad. Edgar [Wright] es uno de esos directores que sabe perfectamente lo que quiere y reocrrimos kilómetros y kilómetros a pie varios días durante la localización. No podríamos estar más orgullosos de esa película.