El dibujante y animador Jorge Parras reconoce que, hace unos años, «hacía chistes de cualquier cosa, no me preocupaba ofender, tenía un tono escatológico y me divertía con ello, llamando la atención». Ahora, sin embargo, «más que molestar, trato de ser divertido, de que la gente pase un buen rato». De hecho, aunque sus personajes estén con las tripas fuera o desangrándose, «siempre están sonriendo a pesar de las adversidades», avisa el autor, que este jueves por la tarde, a partir de las 19.00 horas, inaugura en Panorama Bar Bazar (Palma) una exposición con una selección de viñetas originales hechas con rotuladores y lápices de colores de los últimos cinco años y, por otra, una sección de chistes que ha hecho para la revista Cáñamo, donde actualmente publica.
Parras, valenciano afincado en Barcelona, recuerda que hace años se presentaba a diferentes concursos para conseguir editar un cómic, pero se dio cuenta de que su trabajo no encajaba en el mercado, por lo que optó por la autoedición y los fanzines. «Siempre terminaban premiando temas más sociales, como la experiencia de los abuelos en Guerra Civil, mientras que yo presentaba, por ejemplo, una historia protagonizada por un elefante mágico que pierde sus músculos y que está obsesionado con ellos. Me sentía ridículo, lo mío no tenía nada que ver. No es algo que ya me preocupe, no pinto nada en el mundo editorial actual, me va mejor por mi cuenta. Lo gore o el humor no interesan», señala.
En el mundo del fanzine, pues, Parras ha encontrado su sitio. «La gente expresa sus sentimientos y comparte sus inquietudes, su manera de ver el mundo. En mi caso es un poco de todo. En mis cómics meto mi manera de ver el mundo, también corazón», afirma el artista, que señala que «hay bastante arte irreverente, gente tratando de llamar la atención cruzando líneas de lo políticamente correcto». ¿Ese es su estilo? «Hago cómics gamberros», responde.