Para la reconocida escritora Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973), autora de títulos como Después del invierno (Premio Herralde de Novela 2014) o La hija única (finalista del Premio Booker Internacional 2023), el quehacer literario se asemeja a la alquimia. De esta manera, igual que los antiguos alquimistas pensaban que el plomo podía transmutarse en oro, existe un tipo de literatura que se empeña en convertir el dolor en arte. Ese es precisamente el objetivo de Nettel, un asunto sobre el que charlará este viernes, a las 19.00 horas, en CaixaForum Palma. Tras la conferencia, titulada La alquimia de la literatura, conversará junto a la escritora Marta Sanz sobre sus impresiones.
«En realidad buscaba un tema que Marta y yo tuviéramos en común. Creo que a las dos nos ha interesado explorar el dolor físico, como hizo ella maravillosamente en Clavícula, por ejemplo. En otra obra mía, la novela El huésped, hablo de una chica que está perdiendo la visión. Me gustan los escritores que convierten en dolor, ya sea una enfermedad mental o física, en literatura. En este sentido, me pareció que la metáfora de la alquimia es muy reveladora: convertimos el plomo, que es lo que rechazamos, lo oscuro o tóxico, en oro. Además, voy a hablar de autores y autoras que lo han hecho fantásticamente: María Luisa Puga en su Diario del dolor, Emmanuel Carrère en De vidas ajenas o Susan Sontag en La enfermedad y sus metáforas», detalla.
Se suele decir que el dolor, la tristeza o el desengaño agudizan la creatividad, que son el mejor material a partir del cual crear una obra. Como si cuando nos encontramos peor escribiéramos mejor. A ese planteamiento, la mexicana añade una apreciación: «Creo que ayuda, pero también hay una parte lúdica que tiene que ver con la creatividad, de que cuando estamos contentos nos salen mejor los chistes. No es que el dolor ayude a la creatividad, pero es cierto que la creatividad ayuda a aliviarlo».
¿Y cómo se transforma el dolor en arte? «Hay muchos tipos de dolor, puede ser físico, o deberse a la pérdida de un ser querido, o por un tiempo que ya pasó y al que ya nunca podremos volver o incluso el dolor de no aceptarse a una misma. En casos extremos, como la depresión, es muy difícil escapar, pero creo que justamente la práctica de la escritura permite tomar distanciamiento. A partir de esta distancia podemos describir nuestros sentimientos porque nos sentimos menos ahogados. Te da la posibilidad de verte a ti mismo y tus circunstancias desde otra perspectiva. Y, una vez lo estamos poniendo por escrito, podemos entender lo que nos está pasando y ver qué alternativas tenemos».
Nettel, avanza, hablará también de su novela La hija única, en la que «hablo de una mujer a la que le anuncian que su hija nacerá con una discapacidad neurológica muy grave y, entonces, se relata cómo una persona se ve enfrentada a la fatalidad». De esta manera, continúa, «lo que todo el mundo consideraría una tragedia, lo sabe convertir en una vida que para ella tiene mucho sentido y le gusta. Siente que está viviendo una vida especial, rica. Reflexionaremos sobre cómo logró transformar esa tragedia en una vida plena». «La literatura es como un rinconcito cómodo, una ventana desde el que mirar al mundo para verlo sin que eso te sumerja en el sufrimiento», asegura la escritora, que está trabajando en su próxima novela, protagonizada por una filósofa y que explora la ira, «una emoción que tiene muy mala reputación». «Quisiera explorarla, entender qué nos asusta tanto, si puede servir para algo... a veces, la gente muy enfadada resulta cómica», sentencia.