Los días de filosofía y pensamiento de Sa Nostra Conversa continúan adelante y llegaron a su parada dedicada al poder que trajo a Can Tàpera al filósofo y periodista cultural Eudald Espluga, quien debatió con el editor, filólogo y crítico Ignacio Echevarría. Espluga atendió a este diario antes del evento para tratar la temática que le trae a la Isla.
El título de la charla es genérico, Sobre el poder, ¿cómo lo enfoca?
El tema me recuerda un texto fundamental, Un diálogo sobre el poder, de Foucault, clave para la difusión y comprensión de este autor que permitía desmontar mitos en torno a la idea de poder, que acostumbramos a asociar con el poder del Estado, o con leyes coercitivas. Mi intención es recuperar la vocación genealógica de Foucalt para discutir cómo opera el poder bajo el neoliberalismo no como una instancia que reprime, limita, bloque, sino como una instancia productiva, que nos invita a ser más productivos y dar lo mejor de nosotros. No como una dimensión negativa de la experiencia, sino como una dimensión positiva que abarca toda nuestra existencia, desde nuestras emociones más pasajeras hasta las instituciones supraestatales.
El concepto de poder, así sin más, sin definir, es algo vacuo, ¿cómo lo entiende usted?
La pregunta sobre qué es el poder está viciada de entrada porque asume tácitamente que es una propiedad particular que algunos individuos pueden poseer. En este sentido, vuelvo a Foucault para demostrar que el poder no es algo que se posea, sino que se ejerce. No es una propiedad, sino una estrategia. Debemos ampliar las formas como nos representamos el poder. Quizá hoy la literatura de autoayuda o los vídeos de TikTok sobre jóvenes emprendedores pueden representar igual de bien la idea de poder que las vallas fronterizas o el racismo policial. Decía Mark Fisher que los campos de concentración y las cadenas de cafeterías coexisten perfectamente porque el neoliberalismo está íntimamente ligado a la dimensión policial y militar en lugar de implicar un repliegue del Estado. Sin ir más lejos, hoy (por el martes) Dua Lipa ha actuado en Barcelona junto a The Killers en un concierto privado de la convención global de trabajadores de McDonalds. El carácter seductor y productivo del poder se combina perfectamente con las lógicas de dominación.
¿Qué forma ha adoptado, pues, el poder en la actualidad?
La predominante es la de la productividad. El poder, entendido como la facultad o potencia de hacer algo, se convierte en hacer todo aquello que puede ser hecho, maximizar las capacidades de cada uno y ser lo más eficientes posible. Nos hemos convertido en empresarios de nosotros mismos, sujetos para quienes cualquier dimensión de nuestra existencia ha devenido una forma de capital: el conocimiento es capital cultural, los amigos lo son social, las relaciones son erótico, etcétera. La forma privilegiada del poder es esta invitación constante a ser productivos para ser felices. De ahí que vivamos una crisis de salud mental, donde el cansancio, la ansiedad y la depresión predominan, precisamente, bajo la forma del no poder poder.
Siguiendo con la pregunta previa, ¿es hoy el ejercicio del poder un acto de demostración de fuerza o es más uno de aparentarla?
Creo que no existe diferencia entre una y otra porque vivimos bajo la hegemonía del fake it until you make it. Pensemos en la importancia que han ganado los discursos de autoayuda en torno a proyectar aquello que deseamos: se asume que el poder radica en el deseo, en el esfuerzo, en el compromiso. Es decir, en convertirnos en estos sujetos productivos al servicio de un ideal de felicidad que, nos dicen, depende solo de nosotros, de nuestra voluntad, negando la dimensión material de la existencia. Es simplemente el síntoma de cómo somos disciplinados y normativizados por el poder
¿Qué papel juega, si es que hay alguno, la filosofía en la dinámica actual del poder?
Me gusta citar a Odo Marquard que parodia a Marx: hasta ahora los filósofos se han dedicado a cambiar el mundo, lo que toca es cuidarlo. Si el poder es hoy una instancia productiva necesitamos hacer de la filosofía una improductiva. Esto es hacer de ella un espacio de resistencia capaz de producir detención.
Hablamos del Poder en mayúsculas, pero lo cierto es que las relaciones de poder se dan en todas partes, ¿deberíamos centrar la reflexión en estos intercambios cotidianos?
Las relaciones de poder son ubicuas, pero esto no quiere decir que no importe el poder. No podemos caer en el ‘si todo es poder, nada es poder'. Creo que la reflexión debe centrarse en cómo las relaciones de poder se articulan de forma desigual y violenta en una sociedad, y en cómo podemos resistirnos a estas estrategias de poder, desde las más microscópicas a las más globales. Resulta fundamental la idea de biopolítica. Ahí solo hace falta ver a la ultraderecha hablando de ‘gran sustitución', derogando leyes que permiten el aborto o reivindicando una familia tradicional, hasta las políticas de exterminio racistas que estamos viendo en Gaza.