I see a bad moon a-risin', I see trouble on the way cantaba la Creedence en su Bad Moon Rising, del mítico Green River de 1969. La canción, tal y como comentó en alguna ocasión John Foggerty, habla del fin del mundo, del apocalipsis, los malos augurios y todo lo negativo por venir. Pero a pesar de lo absoluto que pueda sonar lo de ‘fin del mundo', lo cierto es que esto puede ser muy relativo, y lo que para alguien es el principio del fin para otro puede no ser nada. De esto sabe algo Héctor Seoane, autor de la obra de teatro Bad Moon, que trata los trastornos obsesivocompulsivos (en adelante, TOC) en un monólogo dramático que tiene dos candidaturas a los Premios Max y llega al Mar i Terra del 5 al 7 de abril con el Premi Ciutat de Palma y el ATAPIB 2023 a la Mejor Dramaturgia bajo el brazo.
Miembro de la compañía Migrants, Seoane confiesa que no se «podía imaginar» el recorrido del que goza Bad Moon, obra que empezó a escribir en la pandemia a raíz de que una amiga con un familiar con TOC le animara a ello con el objetivo de tratar el tema desde la seriedad y no desde lo burdo. El objetivo era alejarse de las ridiculizaciones que todos hemos visto (y de las que a veces somos partícipes) sobre estos trastornos.
Por ello, Seoane comenzó a «investigar para no decir tonterías» y a trabajar en un personaje ficticio que sitúa en su adolescencia a finales de los años 70. Así es como, al empaparse del ambiente cultural de la época, da Seoane con la Creedence Clearwater Revival y, en concreto, con Bad Moon Rising, cuya letra «encaja perfectamente con el mundo interior del personaje» al hablar de «una tempestad y presagio de malos tiempos», por lo que queda «ligado a este tema como leitmotiv para el resto de su vida».
En esa fase inicial de documentación es cuando también se da cuenta Seoane de algo que ahora trata de corregir: «Descubro que muchos banalizamos el trastorno y empiezo a ver que hay casos en los que es un auténtico drama», relata el actor que también interpreta la pieza y se refiere a personas con las que ha hablado y de las que sabe que sus casos son duros. Es por ello que una de las principales motivaciones del texto es «visibilizar un trastorno y empatizar».
A pesar de todo, no hay que pensar que Bad Moon es un monólogo constantemente dramático, sino que «tiene mucho humor» y el personaje principal «cae simpático», pero se trata de ese tipo de comedia en la que «te ríes sin saber si quieres». Aun así, no sabía si sería bien recibido, por lo que Seoane se tranquilizó mucho tras las primeras funciones en las que «personas afectadas y psicólogas» le dieron la enhorabuena por la sensibilidad con la que había tratado el tema.
Sorpresa
El Ciutat de Palma llegó como una sorpresa, al igual que las candidaturas a los Max, y aunque reconoce Seoane que «no escribes para esto», no oculta que les «entusiasmó» a él y el equipo de Migrants, con Joan M. Albinyana en la dirección, Luis Baró en producción, entre otros profesionales como Toni Amengual, Maite Villar o Joan Maria Pascual.
Ahora, Seoane encara su nueva función en Palma antes de dar el salto a Llubí y con posibles nuevas fechas en un horizonte que no parece tan amenazante como el descrito por la Creedence: no hay huracanes, ríos desbordados, terremotos o relámpagos, pero los hay que sí los viven internamente y sin que los demás lo veamos. La empatía hacia ellos es lo que persigue Bad Moon.