Con apenas dos días de diferencia, la autora mallorquina Anapurna –nombre artístico de Ana Sainz Quesada (Palma, 1990)– tiene dos citas importantes. La primera es que participa esta tarde en la primera edición del Salón Hispano-Portugués de Cómic (Hispacómic), que se celebra hasta el domingo en el CICUS de la Universidad de Sevilla. Anapurna es la que ha ilustrado el cartel de este nuevo encuentro que impulsa Ángel L. Fernández, de la revista Jot Down.
La iniciativa, tal y como señalan desde la organización, nace para reforzar los lazos culturales entre ambos países a través del cómic. Además, la mallorquina se ha encargado de la portada del anuario que publica Jot Down con la selección de los mejores cómics del año. El año pasado la firmaron Borja González –ganador del último Premio Nacional de Cómic– y Mayte Alvarado – reconocida por la Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic de España (ACDCómic) en la categoría de Autora Emergente–.
En esta ocasión, Anapurna forma un tándem con María Medem, conocida por su libro Por culpa de una flor (Blackie Books, 2023). «María Medem es una artista que me gusta mucho y nos hermanan muchas cosas, sobre todo el lenguaje que usamos. Aunque a nivel gráfico somos muy diferentes, sí que congeniamos mucho a la hora de entender el cómic. Es como si fuera un espejo de mí y al revés. Así que cuando me propusieron hacer la portada del anuario con ella me pareció una coincidencia preciosa», reconoce. Ambas serán entrevistadas esta tarde por Mariela González en Hispacómic, una conversación que después de incluirá en el citado anuario. Asimismo, Anapurna avanza que aprovechará la oportunidad para reunirse y mantener contactos con diferentes editoriales para lanzar en castellano Norbu, su nuevo cómic que justo mañana llega a las librerías francesas con el sello Éditions çà et là, que en su momento ya apostó por el debut de la mallorquina, Chucrut, que en España fue reconocido con el premio de Novela Grafíca Fnac-Salamandra.
Este nuevo libro, cuyo título remite a la palabra joya en tibetano y a la primera perra que tuvo Anapurna, es «un juego de espejos» protagonizado por Marc y Astrid. «La historia de Astrid es más terrenal y cotidiana, cuenta un duelo causado por una ruptura amorosa a partir de diálogos; mientras que la de Marc es surrealista y fantástico y tiene que ver con el viaje de regreso del héroe, como Ulises regresando a Ítaca, narrado a través de un monólogo interior», detalla. Norbu arranca con Astrid y, en medio del volumen, se inserta un epílogo que es la señal de que el lector deberá girar el libro para terminarlo. Ahí es cuando llega el turno de Marc, aunque, como puntualiza la autora, «uno puede decidir cómo lo quiere leer, pero lo ideal sería que siguiera este orden; no hay instrucciones».
En este sentido, define Norbu como una propuesta «juguetona», aunque teniendo en cuenta el contenido «no es una historia muy alegre, más bien es nostálgica, aunque tampoco oscura». «Son dos historias que funcionan como espejos, porque cada historia tiene sus tonalidades, aunque en ambas está muy presente el azul», precisa.
Por otra parte, Norbu refleja muy bien la filosofía que impera en el trabajo de Anapurna. «No uso el lenguaje del cómic como lo conocemos, sino que es muy sutil. Es un libro que tiene que mirarse con mucha atención, pues el lector tiene que fijarse en lo que lee y también en lo que hay dibujado, que puede no ser lo mismo. No hay redundancia», señala. «Quiero transmitir la posibilidad de hacer poesía en cómic. Prefiero la sugerencia a la descripción. Me importan los gestos, la sutileza de las emociones, lo que no se dice pero se muestra; lo que no es tan perceptible a no ser que seas una persona atenta y consciente», concluye.