Mientras disfrutaba de un merecido descanso en Playa del Carmen, en México, el 25 de febrero de 2014, tal día como este domingo hace diez años, se apagaba la luz de una de los más grandes artistas que ha dado este país, un mito, una leyenda eterna de la guitarra: el gran Paco de Lucía. Francisco Sánchez Gómez, su nombre real, se fue demasiado pronto, a los 66 años, pero su legado y su arte permanecerán intactos de por vida. Aquí, en Mallorca, el artista encontró su último refugio junto a su esposa, Gabriela Canseco, y sus hijos.
Así, diez años después de la trágica muerte de uno de los genios indiscutibles de la guitarra flamenca, la herencia de este virtuoso sigue resonando en el corazón de los aficionados a la música de todo el mundo. Recordado con nostalgia y admiración, el maestro Paco de Lucía revolucionó el flamenco y dejó una huella imborrable en la historia de la música. Su muerte dejó a la comunidad musical y a sus seguidores en shock, ya que pocos podían imaginar un mundo sin la presencia de este innovador talento.
Nacido en Algeciras en el año 1947, Paco de Lucía comenzó a tocar la guitarra a una edad temprana bajo la tutela de su padre, Antonio Sánchez, un guitarrista autodidacta. Desde sus primeras actuaciones, Paco demostró un virtuosismo y una pasión que lo llevarían a convertirse en uno de los músicos más influyentes del siglo XX.
Revolucionario
Su técnica revolucionaria y su capacidad para fusionar el flamenco tradicional con otros estilos musicales, como el jazz y la música clásica, lo catapultaron a la fama internacional. Álbumes como Fuente y caudal (1973), que incluía la mítica cancón Entre Dos Aguas, y Yo solo quiero caminar, de 1980, junto con sus colaboraciones con genios como Camarón de la Isla y John McLaughlin, consolidaron su estatus como uno de los más grandes visionarios de la música.
A lo largo de su carrera, Paco de Lucía recibió numerosos premios y reconocimientos, incluyendo varios premios Grammy y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Su contribución al flamenco moderno y su habilidad para cautivar a audiencias de todo el mundo lo convirtieron en un embajador cultural de España y un referente para las generaciones futuras.
A una década de su partida, el décimo aniversario de la muerte de Paco de Lucía es una oportunidad para reflexionar sobre su impacto duradero en la música y en la cultura. Su influencia sigue viva en la obra de muchos artistas contemporáneos, quienes continúan explorando nuevas fronteras en el mundo del flamenco y la guitarra. Un ejemplo fue la exposición que organizó esta casa, el Club Ultima Hora Valores, en Es Baluard Museu de Palma para conmemorar su figura en el quinto aniversario de su marcha.
A través de conciertos tributo, reediciones de sus álbumes más icónicos y eventos especiales como los festivales como los de Palma –que arranca el próximo marzo– o Nueva York, el mundo rinde homenaje a este maestro incomparable. Su legado perdura en cada acorde flamenco y en cada nota que resuena en las cuerdas de una guitarra. Paco de Lucía sigue vivo en su música atemporal.