A finales de los 90, Antònia Font conectó con la emergente escena alternativa desde su melancólico minimalismo, esbozando un lenguaje musical que con el paso de los años se ha reflejado en varios conjuntos de renombre. Tras unos años en el dique seco, sus guitarras dulcemente electrizantes, sus emociones entre desvaídas y punzantes, y sus textos con aire marciano volvían a estar en ruta. Aquella gira, marcada por un despliegue técnico de primer orden, fue un éxito. Ahora, Oliver y compañía se han embarcado en una tour menos ambicioso, un recorrido por teatros donde la banda recorta la distancia física y emocional con su público. El Auditòrium de Palma medirá su nuevo formato en tres fechas: el próximo miércoles, jueves y viernes, a las 21.00.
Además del habitual repaso a sus temas más significativos, el quinteto deslizará una selección de cortes de Un minut estroboscòpica, álbum que recoge una digna continuación del sonido pulido y complejo de esta banda que nos atrapa en sus atmósferas agridulces y escapistas, de gran poder evocador. Concebidas por un Joan Miquel Oliver al que no se le agotan los argumentos y, consciente de sus virtudes, ancla su discurso en la vulnerabilidad.
Comunión
Durante tres veladas consecutivas, Antònia Font celebrará su enésima comunión con el público, al que suministrará un chute de pasión que desde la platea nunca se contempla impávido. Al vuelo de unos sonidos mil veces escuchados, pero siempre vividos como una primera vez, como un primer flechazo. El pop ensoñador, surtido con gran variedad de registros, entre etéreos, épicos y melancólicos, volverá a cautivar a fans y curiosos, esta vez en un formato más íntimo pero igual de emotivo. Quizá sean los teatros y recintos de menor aforo el ecosistema natural de esta banda de hipnotizantes desarrollos, cadenciosos y pausados, enmarcados por la estampa de un Pau Debon que con el movimiento acompasado de sus brazos da sentido a las letras.