Juan Pablo Caja (Palma, 1963) se presenta en Cuerdas al aire (Editorial Minúscula) como alguien que nació en Mallorca, reside desde inicios de los noventa en Barcelona, se dedica a la publicidad y ha tenido varias guitarras. Esa escueta introducción puede resumir de forma muy sintética el contenido del libro, con relatos siempre dedicados a la guitarra y tintados de ironía que, en realidad, abarcan muchos temas, como la juventud y el tiempo vivido, aspectos de la profesión de publicista, la importancia para el autor de la música y la literatura, o la vida entre Mallorca y Barcelona, entre otros.
«Hace tiempo que pensaba en escribir este libro», confesó el autor, quien contó que «en Relatos de vinilo (2014), ya me di cuenta de la presencia en mis textos de la música y la guitarra, y pensé que podía ser bonito escribir un libro monográfico». Caja advirtió que «he tratado de crear una voz, una trama emocional a través de la guitarra, que no es un objeto cualquiera y que, como dice el título del libro, quería que sonara y dejarme llevar a ver hasta dónde me llevaban sus armónicos».
Afición
El escritor recordó que «la afición por la guitarra viene de una época de formación, de la adolescencia, un momento en el que, conociendo cuatro acordes, surge la necesidad de formar un grupo, una banda de rock y descubrir el mundo de otra manera», y añadió que «a determinada edad, la guitarra representa salir de casa, libertad, formar parte de algo».
Caja conecta en sus relatos con la música rock americana. «Era el mundo que había fuera, del que no teníamos demasiada información en Mallorca a finales de los setenta e inicios de los ochenta, a diferencia de hoy en día, que, al entrar en una tienda de música, ya conoces la discografía completa del grupo que te interesa».
Del lenguaje claro y directo, y el uso de diálogos de Cuerdas al aire, Caja señaló que «sin duda, me ha influido trabajar en publicidad durante tantos años, ya que sintetizamos mucha información para convertirla en algo fácil de entender y que conecte con la gente, busco la precisión sin tener que adjetivar demasiado», y puntualizó que «me gusta que los diálogos sean muy vivos, sin dar muchas indicaciones, prefiero que sucedan sin acotaciones».
El autor insistió en «la búsqueda de una voz coherente y continua, a lo largo de las distintas historias, que son muy diferentes». En ese sentido, el prosista empieza el volumen con «una especie de introducción en forma de cuento, para dejar claro que entramos en un mundo literario, y el libro se va ensimismando, de forma natural, a cuestiones más reales».