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L.A. exhibe su madurez en el Teatre Principal

Luis Albert Segura es el líder de L.A. | L.A.

| Palma |

Fundador, cantante y compositor de L.A., banda que ya carga con casi 20 años de carrera, da la impresión de que Luis Albert Segura ha superado su etapa más tortuosa y la vida parece sonreírle en el ecuador de los 40. Tenemos pruebas. En su último disco (Evergreen Oak, 2021) hay momentos que suenan eufóricos, como una banda que en los 70-80 se hubiese hartado de hacer hits. Hoy, Segura lidia con sus demonios de una forma más amable, no quiere rompernos el corazón, tan solo estrujarlo mientras continua latiendo, y hasta los momentos más amargos tienen su reverso afable, con ese sonido limpio de melodías poderosas.

Musicalmente han crecido, consecuencia de una propensión experimental que les ha devuelto a su sonido primigenio con la mochila llena de experiencias. Todo ese bagaje, todo ese rock físico y arengador, se desparramará hoy sobre el escenario del Teatre Principal de Palma (20.00), rubricando un ejercicio de greatest hits al calor de sus seguidores más cercanos.

Nuestros protagonistas comparten escena con otros nombres más rutilantes y masivos, en algunos casos sujetos a una épica más cercana a la pose que a la verdadera inquietud creativa. Quizá por eso L.A. jamás ha parido un hit radial, por contra no solo mantienen una discografía sólida y atractiva, sino que en cada disco confirman su talento dúctil y elástico, como si cruzar estilos fuera un asunto natural. Y aunque lluevan las etiquetas para clasificar su música, lo cierto es que para ellos todo se reduce a rock and roll.

Reverencial

En un concierto de L.A. no basta con prestar atención. La banda de Luis Albert Segura ha conquistado tal estatus que demanda una actitud casi reverencial; su público ha aprendido a no perder ripio, a no contemplar el show a través de la pantalla del móvil. Vale más la pena clavar la mirada en ese tipo con aspecto de leñador canadiense que canta como quien pronuncia una retahíla de dolorosas letanías. Y pocas cosas resultan más alentadoras que sumarse a él y corearlas, sílaba por sílaba. Cualquiera firmaría una madurez como la de L.A.

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