Biel Mesquida tiene claro que no tolera el «autoplagio» y que cada libro que publica tiene que ser nuevo, recién estrenado. Y Passes per Palma (Vibop Edicions) lo es especialmente por su tono: «La voz es en primera persona, pero no ficcionada, sino que es la primera persona biográfica. Todo es ficción en literatura, incluso las autobiografías, pero este texto es esencialmente memorialístico».
Un texto que, como se desprende de su título, es una «oda a Palma» y la intención de Mesquida es «enriquecer la ciudad que tanto amo, con una estructura verbal en la que poesía, verdad y libertad son uno». Así «contándola y cantándola con toda el alma» traza «una oda a la Palma eterna». Un propósito en el que también participa Jean Marie del Moral con sus fotografías, incluidas en el volumen. Juntos lo presentarán este miércoles por la tarde, a las 19.00 horas, en el Casal Balaguer de Palma, acompañados por la editora, Montserrat Serra.
A pesar de ser una oda a Ciutat, Mesquida avisa que eso no significa que sea benévolo con los palmesanos. De hecho, nada más empezar indica que «la respiración de Palma es rítmica cuando no la ahogan con masas turísticas que como epidemias infecciosas parece que lo quieren devorar todo».
«De la sociedad palmesana digo cosas muy duras, hablo de mediocridad, de poco aprecio por el patrimonio, de actitud moral detestable en muchos momentos... soy crudo. Y especialmente denuncio dos hechos que marcaron la historia: los fogons de los judíos en 1691, con 30.000 personas aplaudiendo, y los asesinatos de republicanos como Emili Darder, con otras 3.000 también celebrándolo. Todo esto dice mucho de la sociedad», señala.
Por otra parte, el autor de El bell país on els homes desitgen els homes –editado de forma clandestina durante y recientemente publicado en edición bilingüe en castellano con el sello Letraversal– destaca que Palma es «una ciudad llena de sexualidad, por la gente que se cruza a todas horas, por el turismo, etcétera. Antes, en mi infancia y adolescencia, había más sexualidad y erotismo en las calles, la gente se tocaba más, andaba de la mano y se besaba, incluso tenían sexo en los jardines de Palma. Eso se ha terminado por la oleada de puritanismo, esa epidemia de lo políticamente correcto».
«Me gusta la expresión corporal dentro de la ciudad y eso también implica los establecimientos de toda la vida, las cafeterías y los cines que ya han desaparecido o lo están haciendo. Es un puritanismo producido por una sociedad represiva que asesina a las mujeres, crea manadas que violan a chicas jóvenes y provoca que la pornografía esté por todos los lados», añade.
Asimismo, Passes per Palma es un «caleidoscopio de la ciudad que no para de dar vueltas en una montaña rusa civilizada» que tiene muy presente la figura de la abuela materna de Mesquida, Joana Payeras. Ambos, continúa el autor, «vivimos toda esa transformación de Ciutat del desarrollo salvaje por parte de grandes capitales que querían sacar todo el beneficio posible».