Cantautor que a lo largo de su trayectoria ha entonado en innumerables ocasiones el «Diguem no», sin esconder lo que piensa, Raimon tampoco oculta ahora su opinión sobre la situación de la Comunitat Valenciana, con los «'blaveros' que hay allí», defendiendo que catalán, valenciano o balear son «la misma lengua, es obvio».
Así se ha expresado este miércoles durante la presentación de «Personal i transferible» (Empúries), un libro en el que plasma sus vivencias y reflexiones de los primeros años ochenta del siglo pasado, así como sus relaciones con personajes como Manuel Vázquez Montalbán, Andreu Alfaro, Pasqual Maragall, Salvador Espriu, Joan Fuster o Manuel Vicent, gracias al dietario que llevó durante toda esa década. A preguntas de los periodistas sobre cómo ve la situación en València -nació en Xàtiva (Valencia) en 1940-, Raimon no ha dudado en afirmar que «ahora, precisamente, con estos 'blaveros' que hay allí, ahora es un desbarajuste. Han hecho unas cosas que espero que esto se calme un poquito. Cambian un acento, quieren poner Valencia con ç, ¡yo qué sé!. Están sonados. No se entiende», ha apostillado.
Sobre el catalán, ha aseverado que, tal como se puede constatar de forma «muy clara» en el diccionario catalán-valenciano-balear, el Alcover Moll, se trata de «la misma lengua, es obvio». «El valenciano -ha proseguido- es otra manera de hablar el catalán, como el catalán es una manera diferente de hablar el valenciano. Aparte de que, dentro del núcleo catalán y el núcleo valenciano, hay muchas maneras diferentes de hablarlo. Afortunadamente hay una escritura que es buena para todo el mundo y esto es lo que quieren intentar cambiar ahora, ¡ya me dirás!».
Centrándose en el libro, ha reconocido que cuando empezó a escribir su dietario lo hizo con una «intención pedagógica» al creer que no hay «mucha literatura escrita sobre el hecho de grabar canciones» y, además, en una época, en la que hacía un lustro que había muerto el dictador Francisco Franco, con nuevas elecciones, «un momento muy vivo en el que pensaba que se pondrían las bases que serían importantes para lo que vendría después».
En estas páginas, con una primera entrada del 25 de diciembre de 1981 y la última del 31 de diciembre de 1983, tanto describe su día a día y su queja por no poder dedicarse más a la escritura de nuevas canciones porque tiene que ir de recital en recital, como revela su relación con su mujer Annalisa, «nos queremos mucho desde el primer día que nos conocimos», afirma, y revela por qué dijo 'no' a la Creu de Sant Jordi o a colaborar en una campaña de Pasqual Maragall o en otra de Convergència.
«Cuando no me he sentido a gusto con lo que querían hacer de mí, he dicho que 'no'. Me querían colocar en el saco de los chicos de la resistencia, como si fuera el pasado y me rebelé contra eso y dije que 'no'», ha subrayado. De la lectura se desprende, asimismo, que siempre ha sido muy exigente en su trabajo, en la creación artística, y que hay problemas que le preocupaban hace cuarenta años, que ahora prosiguen. «La humanidad -ha reflexionado- es perenne. Te encontrarás en épocas diferentes con temáticas parecidas, lo que no sé a que es debido. (...). Hay cosas constantes en el vivir humano».
Lector de Josep Pla, con quien compartió buenos momentos en Xàtiva y en el Empordà, algunos de ellos junto a Joan Fuster, otro de sus amigos, cree que, posiblemente, su escritura sí está influida por el autor de «El quadern gris», «un prosista espléndido, con quien se aprende mucho» y que «hacía hablar a todo el mundo».
Ha rememorado que una vez en el estanco de Xàtiva entraron a comprar «caldo de gallina», unos cigarrillos que «parecían una butifarra», y la mujer que los atendió iba vestida de negro, con lo que Pla «antes que nada, le dijo que la acompañaba en el sentimiento y la mujer le contó todo lo que había ocurrido».
Respecto a si tiene previsto escribir sus memorias, a punto de cumplir 83 años, ha bromeado: «a la edad que tengo esto de la memoria empieza a flojear», aunque «veremos. Si esto dura un poquito más, igual sí». Lo que sí ha quedado claro durante la rueda de prensa, con el editor Josep Lluch asintiendo, es que habrá una segunda parte de este dietario porque, en palabras de Lluch, «hay libretas de toda la década de los años ochenta y son una auténtica mina».