El escritor checo Milan Kundera falleció el martes a los 94 años de edad. La noticia trascendió el miércoles, quizá por la misma razón por la que en los últimos 30 años había esquivado a los periodistas sin conceder entrevistas. El autor de las célebres novelas La insoportable levedad del ser o La broma, moría en París, lugar donde residía tras haberse instalado en Francia en 1975 tras huir de Checoeslovaquia.
Desde su vida en Francia, Kundera también se relacionó con España, no solo a través de su ferviente pasión por Miguel de Cervantes y El Quijote, a quien consideraba como precursor de la Modernidad al mismo nivel que René Descartes, y tampoco con su interés por los refugiados y exiliados por la Guerra Civil española, sino también por sus estancias en el sur de Mallorca, concretamente en la zona de la Colònia de Sant Jordi, donde pasó varios veranos a finales de los años 80.
Fue en Mallorca, de hecho, donde comenzó la novela La ignorancia, que tendría que ver con la emigración y que publicaría en el año 2000 antes en castellano que en el original francés por la editorial Tusquets y por petición expresa del autor. Kundera, de hecho, tuvo muy buena relación con Beatriz de Moura y Antonio López Lamadrid, fundadora y copropietario (fallecido en 2009) del sello editorial que se encargó de publicarle en España y con quien se reunió en alguna ocasión en la misma Isla.
Hay otro hilo que une al autor con Mallorca, ya que en 1987, el Auditòrium de Palma estrenó Jacques i el seu amo, la primera representación en catalán de una obra de Kundera llevada a la escena por Antoni Thomàs, al frente de la compañía La Lluna de Teatre y traducida al catalán por Jaume Corbera. El reparto contó con 12 actores, entre ellos Rafel Ramis y Francesc Aguiló, y tras representarse en Maó y el Principal de Palma no ha vuelto a llevarse a cabo.
Kundera murió tras un deterioro en su salud que le había hecho perder la memoria, último y más importante refugio del ser de cada uno.