El maestro José María Moreno es un director de orquesta con base en la Isla que está considerado uno de los más apasionados en su trabajo. Con una larga carrera musical, el mallorquín ha trabajado con grandes solistas y dirigido algunas de las orquestas más importantes alrededor del mundo. Ahora, el artista acaba de renovar como director de la Orquesta Filarmónica de Málaga por cuatro más.
¿Cómo fueron sus primeros pasos en la música?
—Desde muy joven empecé a estudiar piano, mi auténtica pasión. En un momento dado, mi profesora de aquel entonces me habló del Teatre Principal, donde había un coro. Además de estudiar piano hacía clases de solfeo y lenguaje musical, por lo que ella ya conocía mi voz. Me propuso hacer las pruebas para entrar en el teatro y cantar en el coro. Finalmente, entré a cantar en el Principal a los 16 años, cosa que ha repercutido mucho en mi carrera musical ya que me hizo descubrir todo un mundo, el de la ópera, la zarzuela o la voz.
¿Qué le inspiró para convertirse en director de orquesta?
—He estudiado muchas cosas, entre ellas canto, piano, solfeo, armonía, contrapunto, composición, dirección de orquesta y, curiosamente, Derecho. Con el transcurso de los años, como director de los coros, rápidamente me di cuenta que a mi lo que me apasionaba era la dirección de orquesta, todo esto con solo 18 años. Aunque lo tenía claro desde muy joven, continué con mis estudios y lo sigo haciendo actualmente. Lo más bonito de todo es que he conseguido hacer de mi pasión mi profesión.
Lleva aproximadamente unos treinta años de carrera musical, en los que ha trabajado en muchísimos países con diferentes orquestas y coros. ¿Qué es esencial para que conecte con todos ellos y los conciertos salgan bien?
—Para mí es esencial transmitir una energía positiva. Tradicionalmente, en la historia de la dirección ha habido ciertas tendencias un poco dictatoriales donde se ensalza la figura del director como una figura déspota, incluso distante o alejada los músicos de su orquesta. En mi caso busco todo lo contrario, transmitir un clima de positividad con un ambiente relajado, eso sí, trabajo serio y disciplinado. Creo que es fundamental por parte del director de orquesta hacer que todos se sientan a gusto, pienso que cuando se logra, el músico es capaz de dar lo mejor de sí mismo, creando una conexión entre ellos y con el público, que es lo fundamental.
¿Cuál es su objetivo como director de orquesta?
—A pesar de sentir satisfacción después de cada concierto, saber que tanto el público como los músicos e incluso yo mismo he disfrutado, soy muy autoexigente. Hay un pequeño punto de insatisfacción con mis actuaciones. Por eso mismo, diría que mi dogma de fe, mi obsesión, es la búsqueda de la excelencia. Aunque también es contradictorio porque sé que nunca voy a conseguirla, pero ese camino de intentar llegar a ella es precioso.
¿Qué consejo le daría a un músico que quiere llegar a ser director de orquesta como usted?
—Mucha constancia, dedicación, espíritu de sacrificio y de superación. Es una carrera muy larga, muy difícil y donde hay mucha competitividad. Hoy en día, hay magníficos conservatorios en todo el mundo que preparan maravillosamente bien a los alumnos. Ya que en mi trabajo soy el responsable de invitar a los artistas, he tenido la oportunidad de ver una apabullante cantidad de artistas de primer nivel, con una preparación técnica y musical increíble. Por ejemplo, la cantidad de orquestas que hay en España sigue siendo la misma que hace 25 años, al igual que las plazas para poder trabajar en ellas, no han aumentado en comparación al volumen de músicos que van saliendo, lo que genera una gran competencia. Un buen músico debe dotarse de paciencia, disciplina y tesón.
¿Actualmente en qué esta trabajando?
—Hace tres años conseguí, mediante un concurso, ser el director titular y artístico de la Orquesta Filarmónica de Málaga, este año he vuelto a renovar otros cuatro más y no puedo estar más contento. Junto a ellos acabamos de publicar la primera grabación mundial de las cinco sinfonías de Miquel Marqués, el compositor mallorquín que ha escrito las mejores sinfonías del siglo XIX. Además, mañana [por hace unos días] me voy a Chile para dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional de allí, una de las más importantes de Latinoamérica.
Le quedan muchos años aún de carrera, pero, ¿cree que en algún momento va a jubilarse de la música?
—Precisamente dirigiendo el otro día en el Festival de Granada me hablaban de un hombre al que admiro mucho que había dirigido pocos días antes en ese mismo sitio. Este maestro tenía 86 años y seguía trabajando en la música. Yo no me veo jubilándome, me veo dirigiendo hasta el último momento, igual que este hombre. Además, eso me permitiría seguir evolucionando tanto a nivel técnico como a nivel personal. La música para mí es mi es uno de los elementos que mejor unen a la humanidad, es un concepto universal que aúna el espíritu y los corazones de los seres humanos seas de donde seas, por lo que nunca va a dejar de estar en mi vida.