Con su primera novela, Al final siempre ganan los monstruos (Blackie Books, 2021), Juan Manuel López ‘Juarma' (Deifontes, Granada, 1981) pasó de ser un referente de la escena underground a escalar hasta la cúspide del sector editorial como autor clave de la llamada literatura de la periferia. No en vano, aquel libro en el que retrató la generación de los 90 y los 2000 desde un pequeño pueblo de los Montes Orientales de Granada marcado por la violencia las drogas y la delincuencia, se convirtió en uno de los títulos más comentados y controvertidos del momento. Pese a todo, también hay alma en todo ello, personajes frustrados por su pasado, tanto personal como familiar, aunque siempre con un ápice de esperanza. Ahora regresa con Punki. Una historia de amor (Blackie Books, 2022), la segunda entrega del ciclo Villa de la Fuente, que constará de seis partes. Lo presenta este sábado, a las 19.00, en la Fira del Llibre de Palma en el Passeig del Born.
¿En qué momento una novela, Al final siempre ganan los monstruos, se convierte en un ciclo que continúa ahora con Punki. Una historia de amor?
—Fue conforme iba escribiendo la primera novela. Me di cuenta de que había muchos personajes e historias y ahí surgió Álex. Intenté eliminar todo sobre él en el primer libro ya con esta idea; fue antes de que fuera un éxito, aunque eso del éxito es muy relativo. Es una serie de novelas ambientadas en el mismo lugar [Villa de la Fuente] donde estos personajes se cruzan.
Mientras que la primera parte era coral, el claro protagonista de Punki es Álex.
—Siempre vi una historia que contar con Álex y decidí centrar esta segunda novela en él, con un punto de vista diferente.
Álex intenta ir por el buen camino pero, por su contexto (maltrato, drogadicción, prostitución) al final siempre la acaba fastidiando. ¿En la vida hay segundas oportunidades para personas como él?
—Cada persona es un mundo y vive sus propias experiencias. Sí creo que hay segundas oportunidades, pero depende de tu contexto, del apoyo familiar y de las amistades, de las parejas. En este caso, como adicto a las drogas , depende de Sanidad y las herramientas que te puede dar o no. Me gusta pensar que hay segundas oportunidades, pero a veces llegas al mundo con las cartas marcadas y vives a partir de ahí.
La novela se presenta como una historia de amor entre Álex y Paula, pero no es la típica historia de amor.
—En realidad eso de ‘historia de amor' es cosa de la editorial, porque si alguien busca una novela romántica y lee Punki igual se tira por la ventana (risas). En un principio tenían otro tipo de relación, pero luego pensé que era mejor distanciar a los personajes y separarlos mientras iban creciendo y descubriéndose. Me daba mucho más juego que fuese un amor platónico, no culminado. En realidad, Álex se resiste al amor porque le da miedo y le cuesta explicarlo.
Villa de la Fuente está inspirado en su pueblo natal, Deifontes. ¿Qué hay de autobiográfico en la novela?
—Siempre respondo lo mismo, que cada lector piense lo que quiera, pero en el momento en el que uno escribe una línea en el word pasa a ser ficción. Si contara una historia basada en la realidad sería muy complicado. No quiero herir a nadie, que nadie se sienta identificado. Tienes que elegir, o realidad o ficción, y optas por la ficción porque la realidad a veces es más difícil de creer.
Algunas de las tramas no han quedado resueltas. ¿Es algo a propósito y habrá continuidad en futuras novelas?
—Sí, en las dos, todo está ahí a propósito, intento no improvisar o dejar nada al azar. El plan está ahí pero depende de un montón de factores que no controlo yo. Si no funciona igual no puedo seguir. Me he planteado algo que es largo de explicar, dependerá de si puedo continuar con este trabajo, de si tengo ganas, ánimo y apoyo.
De una familia desestructurada, drogadicto, bisexual y algo perdido. ¿Cómo es Álex?
—Álex es como es. Cuando empieza a relacionarse con otros hombres, aunque sea a cambio de droga, ya tiene ese deseo de explorar su sexualidad, se siente libre para hacer lo que quiera hacer; pero se aprovechan de él cuando cree que es a la inversa. Sus sentimientos son esos.
¿Es Juarma un punki?
—El punk, para mí, es el ‘hazlo tú mismo', cuanta más parte del proceso controles mejor. Vas cumpliendo años y no tienes el mismo entusiasmo que al principio, agradeces delegar el trabajo en otras personas. En mi caso, que te editen los libros. Yo, por estética, nunca he parecido punki. Tampoco me podía permitir comprarme según qué. La estética da igual, lo que importa es el espíritu... hasta que te haces mayor.
¿El éxito le ha cambiado la vida o se considera un outsider de la industria?
—Estoy ahí de chiripa, es algo con lo que no contaba en ningún momento. No considero que esté en primera línea de nada. Mi vida sigue siendo parecida a la de antes, aprovechando el momento. Sigo trabajando e intento hacerlo lo mejor posible. Lo que me gustaría de verdad es que me tocase la lotería (risas).
El pasado domingo los españoles fueron a votar y se ha dado un giro a la derecha. ¿Qué opina de los resultados?
—Yo te puedo hablar de los libros. No estoy muy puesto en política, es un asunto que me parece cansino.