De l'Arxiduc Lluís Salvador se han escrito infinidad de textos, que van desde biografías, novelas y obras de teatro hasta óperas. Desde ahora, de la mano de J. A. Mendiola (Palma, 1953), también habrá un cómic. Se trata de Neudorf. L'altre Arxiduc (Disset Edició), una obra que, como el propio título indica, quiere ahondar en la personalidad del archiduque y trazar un «retrato humano» a través de cuatrocientos dibujos repartidos en un centenar de páginas.
Para hacerlo, Mendiola ha acudido a algunas de las personas que le acompañaron en sus viajes y en su vida, desde Catalina Homar hasta su último criado, Joan Rullan; desde su secretario y heredero, Antoni Vives, hasta el «apolíneo» Vyborny, sin olvidar el gondolero Spongia, el preceptor Sforza o su madre, la gran duquesa, quien «le consintió todo y mucho más». Mendiola firmará ejemplares este sábado en el estand de Literanta y, el próximo 2 de junio, hará lo propio en los de Univers del Còmic y Embat. Todo ello dentro del programa de la Fira del Llibre de Palma, que se celebrará en el Passeig del Born desde este viernes hasta el 4 de junio.
Sobredimensión
«Me interesan los personajes que están sobredimensionados. Él mismo se encargó de construir su leyenda, montando un pequeño imperio. No he entendido nunca esta veneración. Se dice que él protegía la Serra de Tramuntana, pero es que la protegía de él mismo porque era el único que la compraba. Fue el primer alemán que adquirió tierras en Mallorca, aunque nunca pagaba a nadie», detalla Mendiola, quien avisa que no pretende desmitificarlo, sino más bien «hacer un retrato humano desde el punto de vista de sus beneficiarios y de sus víctimas».
Y es que el Arxiduc, que llegó a las Islas en 1867 y se presentó solamente como Luís, conde de Neudorf –de ahí el título del cómic–, era «como cualquier emperador: un dictador, sin prejuicios». «Él decidía qué hacer, cómo y cuándo. Era capaz de dejar encerradas a quince personas en el Nixe, esperando su regreso sin saber nada. Cuando encontró a Catalina Homar y al capitán Singala, la envió de vuelta a Mallorca y nunca se volvieron a ver. Era muy posesivo, sentía que todo el mundo lo traicionaba», relata el autor.
Era, pues, un coleccionista en todos los sentidos: coleccionaba propiedades, tierras y también personas, sin importar si eran hombres, mujeres o niños, como es el caso de Spongi, a quien conoció de niño y quien fue su amante durante cincuenta años.
Así, más allá de la leyenda y de su faceta de erudito como autor de Die Balearen, Mendiola intenta acercarse al hombre que debió ser «s'Arxiduc», de quien se ha dicho que era curioso, generoso, mezquino, promiscuo y una infinita lista de calificativos. Ciertamente, como reconoce, «es una persona muy difícil de describir porque era muy poliédrico», por eso Neudorf, bajo la premisa de «tot és llegenda, res no és ficció», también arroja luz sobre este hombre convertido en mito haciendo también partícipes a muchos de los que conformaban esas aristas.