«Que te mate Denzel Washington, que es un icono, es increíble». Pocas personas viven algo así y pueden contarlo, no solo por lo de ‘morir', sino por lo difícil que es ser uno de esos elegidos en una de las áreas más especiales del cine. No en vano se llaman especialistas. Boris Martínez es uno de ellos, un stuntman, con una larga trayectoria que arrancó en el mundo del baile y le ha llevado a ser el coordinador de especialistas (stunt coordinator) de cintas como Sin tiempo para morir, la última cinta del James Bond de Daniel Craig, Los hermanos Sisters, el western de Jacques Audiard, o más recientemente, la serie Lioness, rodada en Mallorca con Morgan Freeman, Nicole Kidman y Zoe Saldaña, entre otros. Este último título, por cierto, fue «casi ciencia ficción porque salir del set e irme a mi casa es algo raro», explica Martínez que tiene desde hace años su base en Mallorca.
«Lo que más me gustan son las caídas de altura y las peleas», detalla Boris por vía telefónica desde Londres, donde está inmerso en un gran proyecto televisivo. No obstante, lo que más disfruta es «enseñarle a un actor y que luego lo claven», algo que pudo poner en práctica nada menos que en Sin tiempo para morir, la última cinta con Daniel Craig como James Bond, en la que Martínez fue «co-coordinador de acción», algo que lleva a mucha honra porque «¿quién iba a decir que habría un español en una peli de Bond? Fue muy bonito». Y de esta experiencia, sobre todo, resalta que en los ensayos para una escena de lucha tuvo que enseñar a Craig y «al empezar le vi muy seguro y luego, al ver cómo lo actuaba él, tiene un estilo, una clase. Es alucinante. Ves a 007» y se repetía viendo la escena: «He ayudado y diseñado algo que está haciendo James Bond. Y eso es algo precioso».
Inicios
No obstante, para llegar adonde está ahora, habiendo rodado la serie Caballero Luna, junto a Oscar Isaac, o la nueva entrega de Indiana Jones y el dial del destino, con Harrison Ford, que se estrena en junio, Boris ha trabajado de lo lindo. Desde sus inicios «bailando en la compañía de Dani Pannullo, donde «le cogí el gusto al mundo del espectáculo» y como performer en los inicios del Parque Warner de Madrid, donde pasó varios cástings que reunieron a más de 2.000 personas. Esta experiencia, de tres años, fue «mi escuela verdadera» porque le entrenaron en prácticamente todo: jet ski, caídas, lucha escénica, etcétera.
Tras formarse con Miguel Pedregosa, leyenda del cine patrio, Boris logró trabajos importantes como El ultimátum de Bourne, con Matt Damon, pero la crisis de 2008 afectó y se fue a Sudáfrica al oír que «había mucho por hacer». Iba a rodar una cinta en la que sería el doble de Pierce Brosnan, pero se canceló, quedándose sin permiso de trabajo y logrando cualquier tipo de empleo. «Las pasé putas», reconoce, pero también fue su manera de volver al mundo del cine gracias a «conocer a la gente indicada» y estar cuatro meses sin días libres solo cobrando dietas en un establo de caballos especiales para cine.
Así, con sudor, llegó la nueva oportunidad: la serie La puta del diablo, con Michael Fassbender y Dominic West. Fue su regreso, porque de ahí pudo encadenar varios trabajos y su último proyecto en Sudáfrica fue uno de esos momentos que marcan a nivel personal: la cinta El invitado, con Denzel Washington y Ryan Reynolds. «Denzel es un icono para mí y trabajar con él es muy bonito». En este caso, Boris reconoce que «al conocerle estaba muy tieso, pero luego ves su lado humano y al final aparezco en la peli como el primero al que mata», destaca.
Denzel fue la primera gran estrella con la que trabajó codo con codo, pero le seguirían Tom Cruise en Misión Imposible: Nación Secreta o Al filo del mañana, de quien destaca lo «involucrado que está» y corrobora los rumores: «Lo hace todo él»; también ha trabajado con Brad Pitt en la cinta Guerra Mundial Z, con Tom Hanks en El atlas de las nubes; con Sean Penn en Caza al asesino; y con Liam Neeson en V3nganza.
Tras muchos proyectos como performer, explica que «ser coordinador te llega», a base de experiencia. Por un lado, porque «moverse en el mundo del cine es muy complicado, no es como ir a la oficina cada día» y «hasta que no estás en la cola del desayuno antes de rodar en el set no te lo crees porque los proyectos cambian, se cancelan, etcétera».
Pone de ejemplo el funcionamiento de Inglaterra, donde «hay un registro, todo está regulado y cada coordinador ha de firmar sus escenas», a diferencia de España, donde «todavía es un poco el Salvaje Oeste», con «mucho invasor», opina. Aunque se refiere más al aspecto de seguridad y control, porque «a nivel profesional hay muchos y muy buenos y cada vez que llevo a mi equipo fuera nos hacen la ola», comenta orgulloso.
Y, para acabar, lo que muchos se preguntan, ¿cuántos huesos se ha roto? La respuesta puede sorprender: «Nunca he tenido grandes roturas, pero alguna cosa ha pasado». Concretamente rememora un accidente en Transformers: el último caballero en la que «se nos metió mucha prisa y se cambió un salto porque a Michael Bay (el director) no le iba bien la fotografía y caí donde no tenía que caer». Y añade: «Mi mujer se enteró cinco años después», bromea. En cualquier caso, es un ejemplo de que «en cine no hay que meter prisa a nadie, pero a los especialistas menos», y sentencia: «Si tienes prisa con gente colgada de una grúa de 30 toneladas, esa prisa puede matar». Lo dice alguien que se lo ha currado para estar donde está y que es solicitado internacionalmente. Alguien que sabe de lo que habla porque ha aprendido, literalmente, a base de hostias –en todos los sentidos.