La profesora y doctora Raquel Martín, miembro del Instituto Universitario de Ciencias de las Religiones de la Universidad Complutense de Madrid, fue ayer la guía de viajes de aquellos que acudieron a la Fundación Juan March y su conferencia sobre Perséfone, reina del mundo de las sombras, perteneciente al ciclo Personajes clave: diosas y que tendrá su siguiente fecha el 12 de abril de la mano del experto Alberto Bernabé sobre Atenea.
Martín detalló que escogió a Perséfone por «ser una diosa con un lado conocido, pero también uno oscuro de reina del inframundo incluso con más poder que su marido». Es precisamente esta faceta desconocida de Perséfone la que permite que hoy en día, y desde hace un tiempo, «se la esté reivindicando desde círculos paganos, espiritualistas, algo que en época romana ya ocurría con rituales de tipo erótico para que un hombre atraiga a una mujer», comenta la docente.
Hoy en día, estas corrientes new age y del neopaganismo potencian figuras como la de Perséfone para resaltar «el poder de la brujería desde una visión femenina o incluso feminista», aunque matiza Martín que antiguamente es difícil hablar de «feminismo». Es en este contexto arcaico en el que se centró Martín durante su charla para llevar a cabo una explicación sobre cómo Perséfone pasa de ser «la hija por excelencia» a convertirse en «reina de los muertos» y, por lo tanto, «en una figura independiente con su propio culto», que hasta incluyó rituales exclusivos para mujeres, circunstancia que «hoy es reutilzable y revisitable en clave moderna», algo que para Martín no solo no es equivocado, sino que «algo bueno».
Y es que, como destaca Martín, «los mitos, las historias clásicas y demás son nuestros referentes, los de todos, y podemos apoyarnos en ellos para construir nuestros propios discursos», razón por la cual es obvia la lectura feminista en la que Perséfone aparece como una víctima de una violación, «porque el rapto es eso, al fin y al cabo», y cómo a raíz de ello se potencian sus atributos hasta el punto de reinar en un lugar que le era hostil como es el Hades. Se trata, pues, de un contexto claramente patriarcal en el que sobresale una figura femenina que logra hacerse un hueco privado, «una reinterpretación de un tema muy humano y actual», concluye Martín.