En los últimos veinte años, la dramaturgia mallorquina ha vivido una abundancia general de textos llamados «teatro de la memoria». Lo afirma el investigador Joan Tomàs Martínez Grimalt en Història, memòria i teatre a les Illes Balears. Perspectives del segle XXI (Lleonard Muntaner), del cual es curador junto al filólogo Francesc Foguet i Boreu. El libro reúne y amplía el simposio que tuvo lugar en el Estudi General Lul·lià y en el Teatre Principal de Palma en 2021, en el que participaron Joan Mas i Vives, David Ginard i Ferón, Gabriel Sansano y Eva Samuell. Sin embargo, Martínez Grimalt avisa que cuando hablamos de memoria no necesariamente se corresponde al franquismo y a la Guerra Civil, pues eso sería «reduccionista».
«La memoria atraviesa etiquetas y hace referencia a cualquier ejercicio memoralístico de revisión de un relato que se da por consensuado o definitivo» y es un elemento muy importante en la dramaturgia contemporánea. Y, si nos centramos en las Islas, tiene un papel muy destacado la memoria democrática o histórica, el revisitar ciertos episodios del pasado», aclara. A diferencia de los otros territorios de habla catalana, en los que la novela ha sido el género en el que los creadores han llevado a cabo un «ejercicio de restitución, dignificación y reinterpretación», los artistas de Balears han encontrado en el teatro el medio perfecto para hacerlo.
Factores
Según Martínez Grimalt, esto se debe a factores como el gran trabajo historiográfico con estudios locales, como la colección La Guerra Civil Poble a Poble, de Documenta Balear; los estudios que llevó a cabo David Ginard –que participa en este proyecto– o los clásicos del pionero Josep Massot i Muntaner. «Hay un exhaustiva radiografía que va desde la República hasta el tardofranquismo y 1978 que en otros sitios no está», puntualiza. Asimismo, el investigador mallorquín añade que otro elemento a tener en cuenta son los «tímidos pasos que han hecho las instituciones durante los últimos veinte años, como la reciente rotulación de las carreteras construidas por represaliados entre 1936 y 1942 o la ley de fosas, pero muy especialmente la movilización de la sociedad civil con entidades como la Associació Memòria Democràtica».
«Hay una necesidad de reescribir en clave democrática la memoria sesgada que ha penetrado en la sociedad durante muchos años», insiste. Algunas de las obras más destacadas que responden a esta «necesidad reparadora y sanadora» son Història(es), de Joan Carles Bellviure; Antígones 2077, de Aina de Cos; Dels llargs camins, de Jaume Miró y Llum trencada, de Carme Planells y Aina Salom. Por su parte, Foguet i Boreu propone como ejemplo paradigmático Diari d'una miliciana, también de Jaume Miró. «El dramaturgo lleva a cabo una investigación del pasado y el espectáculo explica ese proceso. Desde el principio avisa que no se trata de un libro de historia basado en los documentos y que intenta corroborar las evidencias, sino que constituye una mirada al pasado por saber y conocer qué pasó en realidad, pues todo eso ha quedado borrado y difuso. Nunca se ha contado en las escuelas y solo algunos lo han oído en sus casas», remarca.
Finalmente, el filólogo especialista en literatura y estudios teatrales reconoce que «la dramaturgia catalana contemporánea ha seguido unas líneas más sutiles y raramente encontramos una dramaturgia claramente política». En cambio, puntualiza, en las Islas hay «montajes más atrevidos, con dramaturgias más valientes, directas y politizadas, por eso decidimos dedicar el simposio. Solemos fijarnos demasiado en Barcelona, como si fuera el ombligo del mundo, y no vemos lo que se está haciendo en Mallorca. Sin duda es interesantísimo y merece ser más estudiado. Después de tantos años de desmemoria colectiva, mirar hacia ese pasado es muy higiénico», concluye.