Cuenta Carles el Saure (Palma, 1974) que nunca se había planteado escribir un cuento infantil. Sin embargo, como pasa a menudo con las buenas historias, estas simplemente surgen. Así, de forma natural. «Salió como de un impulso, para contar a los hijos de unos amigos. Fue hace tiempo y se quedó en un cajón. La idea inicial era bastante diferente y ha cambiado. De hecho, me gusta más la versión de ahora. En todo caso, no ha sido nada consciente», asegura. Para recuperar ese cuento, El misteri dels dragons (Nova Editorial Moll), El Saure ha contado con el ilustrador Toni Salom Caldés. Este sábado, a las 11.00 horas, lo presentarán en formato de cuentacuentos con Àngels Cardona y Montserrat Sobrevias en la Llibreria Lluna de Palma (General Riera, 39B).
«Los niños no son tontos y creo que se les suele infantilizar demasiado, con tonos paternalistas. Entiendo que hay muchos cuentos educativos, con importantes lecciones y mensajes, pero para mí eso es hacer pedagogía, no literatura», subraya. «A mí me interesa explorar la realidad infantil que a los adultos nos resulta inaccesible. Como no tienen tanta experiencia vital como nosotros, su visión de las cosas es más pura», aclara. Así pues, con El misteri dels dragons –uno de los títulos infantiles más vendidos en la Setmana del Llibre en Català de Palma–, el autor tiene la única pretensión de que los pequeños lectores se lo pasen bien. «Hay que dejarles ser niños y que nos contaminen un poco a los adultos», reclama.
Es un «cuento iniciático, que bebe de las rondalles, aunque también tiene ecos de Las mil y una noches o de la novela artúrica, protagonizada por Aloma y su hermano pequeño Marçal. Ambos disfrutan contemplando desde la ventana a los dragonets que cada noche ven alrededor de una farola, cazando mosquitos. Pero una noche se dan cuenta de que ya no están y se preocupan. «Se preguntan por qué, pero los padres no saben cómo resolver sus dudas», cuenta.
Aventura
A partir de este enigma, los dos hermanos viven una aventura que les llevará, montados en caballitos de mar, a visitar al oráculo de las montañas, Racontracus, y a Gatfoc, el rey del castillo de Colocostros, quien custodia a los dragonets. El relato está lleno de simbología, tal y como reconoce El Saure: un ser vivo que se esconde en un castillo para defenderse o el laurel –un producto al alcance de cualquier niño– que les servirá para que Racontracus quiera ayudarles. La clave para resolver el misterio es un acertijo que es, en sí mismo, un poema. No en vano, El Saure, además de tener formación como veterinario, lo cual se nota en su preocupación por la sostenibilidad y el medio ambiente, también es poeta.
«El texto científico tiene una línea clara, pero la poesía habla de lo que no se puede hablar. Los grandes nombres de la literatura o el gran arte, al final, conducen a lo inefable. Es algo que también transmiten muy bien las ilustraciones de Toni, en las que se difumina el dibujo», compara. «La poesía está siempre presente. No he parado y he disfrutado de que el cuento tenga ese aire poético», apunta.