Un conjunto escultórico de dos Sibil·les, tres profetas (Jeremías, Isaías y Jonás) y la imagen del Rey David del siglo XVIII, procedentes del antiguo convento de Sant Domingo, vuelven a exhibirse en la iglesia de Sant Nicolau de Palma después de cinco años de restauración. «Con la desamortización, en 1837, pasaron a esta parroquia», detalla Antònia Reig, directora del taller de restauración del Bisbat, institución que ha llevado a cabo esta iniciativa con la colaboración del Consell insular de Mallorca.
«Son figuras muy monumentales y efímeras, pues solamente se mostraban la noche del Jueves al Viernes Santo en el desaparecido convento de Sant Domingo en una arquitectura llamada Casa Santa. Era toda una parafernalia, se necesitaban muchas manos para organizar todo aquello. En la larga escalinata se disponía de una figura a cada parte y, arriba del todo, se disponía una urna que custodiaba el Santísimo. Era muy aparatoso, así que cayó en desuso y las esculturas dejaron de tener esa función. Se dejaron encima de las vueltas y así se fueron deteriorando. Hay que tener en cuenta que son esculturas ligeras, pues se tenían que trasladar para estos montajes efímeros concretos. Por ello, son frágiles y muy vulnerables a las condiciones climatológicas, como la humedad», analiza la restauradora, quien recuerda que a lo largo de los años estas figuras se han ido exhibiendo en diferentes ocasiones, como en el año 2000 en Pollença o en una exposición en Sa Nostra en 2008».
En el trabajo de restauración, explica Reig, ha primado la «consolidación estructural de las imágenes«, ya que algunas tenían piernas o manos destrozadas. Asimismo, apunta que la policromía es diferente al aspecto original, pues estaban »forradas de una plata brillante muy luminosa que, con el paso del tiempo, se ha oxidado, otorgándole así un aspecto más oscuro». «Ahora lo que hay que procurar es su correcta conversación, con una serie de pautas para su limpieza que hay que respetar», ha señalado.
Por su parte, Alfredo Claret, del equipo de conservadores de Xicaranda, ha avisado que »la intervención no acaba con la restauración, ya que tiene que haber una labor de conservación y de difusión: hay que dar a conocer el proceso y su significado para que la gente lo conozca, lo aprecie y, de esta manera, ayude también a conservarlo». «Es un montaje efímero que se enseñaba una vez al año. Por coherencia y por catequesis no puede estar todo el año expuesto como antaño, por eso el reto ahora es buscar un espacio adecuado para evitar problemas de humedad, entre otros, y que sea accesible para el público, aunque sea en grupos reducidos. La idea sería habilitar un espacio en el coro de la iglesia para que así también la gente pueda tener una visión desde arriba del templo, correctamente iluminado y explicado en un panel, por ejemplo. Esto es algo que tenemos que concretar todavía«, aclara.
Bel Busquets, vicepresidenta y consellera de Cultura del Consell, ha destacado que aunque el conjunto se enmarca en la liturgia de Semana Santa, han querido anunciarlo ahora porque hay dos figuras de la Sibil·la, que forma parte de «nuestra Navidad». De la misma manera, ha valorado que es un caso muy excepcional por la «especificidad de los materiales».
Finalmente, el vicario episcopal de Patrimonio Histórico y Cultural, Francesc Vicens, ha celebrado la colaboración entre el Bisbat y el Consell para recuperar este valioso patrimonio que estaba en «peligro». «No por ser patrimonio religioso es más privativo, sino al contrario, está más al servicio de la sociedad», declara.