La Casa Esment de Son Ferriol acogió este sábado el grueso principal de la segunda jornada del congreso internacional de CIMAM (Comité Internacional de Museos y colecciones de Arte Moderno). Varias ponencias fueron presentadas allí durante la mañana bajo el lema de Desbloquear la historia y nuevas narrativas, que, a su vez, pivotaron de manera recurrente sobre temáticas como la raza, el colonialismo y diferentes maneras de aproximarse al arte, la cultura y la creación artística. De las diferentes lecturas, quizá la más explícita fue la de Denise Ferreira Da Silva, profesora y doctora en la University of British Columbia de Vancouver cuya propuesta principal a nivel teórico se basa en el concepto de la luz negra (blacklight, en inglés). Se trata de una manera de revisitar no solo el pasado de la historia del arte y del pensamiento, sino de cambiar nuestra forma de ser en el mundo.
Ferreira está especializada en justicia social y ha publicado varios libros sobre la cuestión de la raza y la relación de la misma con el poder y la opresión. A su vez, también son prolíficos sus trabajos que conectan arte y política, siendo ella misma, creadora. Esta es su primera visita a la Isla, la cual le está pareciendo «preciosa» y de la que espera «poder disfrutar estos días».
En su charla de este sábado, titulada After it's all said (Después de que todo esté dicho), Ferreira repasó algunas de las ideas que ha tratado y madurado estos años, y el lema de este año del congreso, El museo atento, le parece «uno muy importante» porque «estos centros deben prestar atención a todo lo que ocurre fuera de ellos y pensar en la manera de no convertirse en lugares que no sean importantes para la sociedad o, incluso, irrelevantes». Este objetivo se consigue a través de «reflejar la manera en que los museos han logrado ser lo que son y cómo sus colecciones han llegado a ser las que son». Es decir, «mostrando ese pasado colonial y de explotación», algo que puede traerse, a su parecer, de manera fácil al presente «con la crisis de refugiados y el hecho de que estemos precisamente en el Mediterráneo». Se trata, pues, «no solo de una manera de pensar, sino que es conveniente sensibilizarse sobre ciertas cuestiones y hablar sin tapujos de las condiciones de posibilidad de los museos y sus colecciones», algo que solo arranca «con la autocrítica», una virtud que en opinión de Ferreira «nos falta en las instituciones, no solo en los museos, sino también en las universidades».
Restitución
Sobre la devolución de estas obras expoliadas durante épocas coloniales o imperialistas, para Ferreira es obvio que «no deberían haberse tomado en primer lugar», pero no es menos claro que ahora «deberían devolverse» y en los casos en los que se nieguen o, simplemente, nadie las reclame, «debería haber un acto de responsabilidad por parte de sus actuales propietarios y explicar la historia de esas obras y cómo han llegado al lugar en el que están». Es, en resumidas cuentas, «un ejercicio de autocrítica no solo sobre cómo deberían ser los museos, sino también puesto sobre cómo han llegado a ser lo que son ahora», destaca la pensadora. Es aquí donde entra el concepto de nuz negra, muy similar al de deconstrucción utilizado por los post-estructuralistas y ciertas corrientes filosóficas de carácter postmoderno: «La luz negra proviene de la luz ultravioleta que es casi invisible al ojo humano, pero que también hace visible cosas que antes no podían verse. Cuando lanzas luz negra sobre algo te das cuenta de que expones cosas silenciosas o que habrán permanecido ocultas». Un concepto que ha utilizado, por ejemplo, para revelar en la teoría del valor de Karl Marx, expuesta en El Capital, la importancia del trabajo esclavo que el propio Marx pasó por alto.
Actualmente, esta luz negra permitiría a través de su aplicación en las artes «establecer conexiones entre, por ejemplo, el uso de materiales extraídos en minas de carbón del Congo y la telefonía móvil». Sobre este tema, Ferreira cita a la artista de Namibia, residente en Amberes, Otobong Nkanga y su trabajo In Pursuit of Bling que refleja la dualidad entre lo positivo de la extracción de materiales y la consecuencia negativa de dicha extracción, como el pasado colonial o las condiciones de vida de los trabajos en las minas. «Al arrojar luz negra se pone presión en el argumento y lo tensas». Ferreira también se refirió a si considera que el arte tiene una capacidad real de cambiar el mundo y hacerlo, aunque sea solo un poco, mejor. «Sí lo veo posible. Los artistas crean obras que no solo nos hacen pensar, denuncian y nos modifican. Cambiando nuestra forma de pensar, podemos cambiar nuestra forma de existir y de ser». Para ello, según su experiencia, hay un paso previo: «Tenemos que dejar de vernos como personas, como seres humanos, y vernos más como seres que están en el mundo y para esto no hay enseñanza alguna, has de sentirlo». ¿Y qué mejor manera de hacer sentir que una obra de arte?
Dificultades
A pesar de todo, la pensadora residente en Vancouver también se muestra muy consciente de las dificultades que se afrontan: «Puede que no logremos desarrollar un sistema entero que alcance estas nuevas formas de pensar, pero sí hemos de probar nuevas estrategias que empiezan por lo que pequeño, por el día a día»