Bernardi Roig (Palma, 1965) regresa a Madrid con la exposición Deshollinar los muros (721 dibujos al raso), que se inauguró este miércoles en la galería Max Estrella y donde permanecerá expuesta hasta el 28 de enero de 2023. Este proyecto interroga al público «desde un lenguaje figurativo desviado» sobre «la relación incestuosa que tenemos con la memoria, las obsesiones enquistadas y la extrañeza e inquietud que late en las profundidades reprimidas de la imagen que heredamos», según explica el propio Roig.
La vuelta de Bernardí Roig a la capital coincide con las tres muestras que mantiene simultáneamente en Málaga para conmemorar el Año Picasso. El creador isleño exhibe El último rostro y la afonía del Minotauro, hasta el 30 de mayo del próximo año, en el Centre Pompidou, Colección Museo Ruso y Museo Casa Natal Picasso. En cuanto a sus piezas, instaladas en la citada sala Max Estrella, hacen referencia a una serie de dibujos por los suelos, junto a unas paredes que, «una vez deshollinadas, solo sirven para ser arañadas o penetradas», en palabras de Roig.
Así, el espacio de la galería «se convierte en un vacío saturado de blanco que nos habla de la fatiga del iris, y la esclerosis visual producida por la transparencia de este presente tecnológico sin sombras, amnésico y aplastado por un exceso de realidad. Los muros son más hermosos cuando no hay nada en ellos, solo blanco sobre blanco», añade. Allí, al raso aparecen 721 dibujos de «urgencia» y «trazados con tinta negra, algunos con salpicaduras de color desafían el inflacionismo de lo irrepresentable», asegura el creador multidisciplinar.
Algunos dibujos edifican la «montaña de los rechazados» y otros delimitan la «zona de los admitidos». Muchos más, a la altura del ojo humano, «podrían ser los portadores visuales del retorno psíquico de lo inquietante, ya que, como es sabido, las imágenes nos muestran aquello que no son capaces de representar», incide Roig.
Instalación
Junto a los dibujos aparece la instalación televisiva De-visager (2022), que proyecta imágenes donde «en no más de treinta segundos de eterna sesión continua –y en deuda con Bergman–, el primer plano de una anciana cabeza sin género se arranca, una y otra vez, la máscara de su propio rostro para mostrar de nuevo ese mismo rostro». También se podrá contemplar una cabeza de aluminio sacada del molde del propio artista, titulada Autorretrato con la nariz pulida (2021), que gira lentamente sobre un torno de alfarero; y una figura a tamaño real en aluminio, Autorretrato caminando por el techo, de este mismo año, suspendida, boca abajo, en la parte trasera de la galería.