El último rostro y la afonía del Minotauro es el título general de tres exposiciones simultáneas de Bernardí Roig (Palma, 1965) en Málaga. El artista inaugura este miércoles El laberinto de luz y el Minotauro, en el Centre Pompidou; Shadow dancers, en la Colección Museo Ruso; y El último rostro y la afonía del Minotauro, en el Museo Casa Natal Picasso. Todas se podrán visitar hasta el 30 de mayo de 2023. Es la primera vez que Roig expone en la capital malagueña y lo hace dentro del programa internacional de actos para conmemorar el 50 aniversario de la muerte en 1973 de Pablo Picasso. Todo el proyecto en el Museo Casa Natal Picasso se articula a partir de una interpretación del considerado último autorretrato de Picasso, fechado el 30 de junio de 1972. Es la imagen frontal de una cabeza que abarca la totalidad de la superficie del papel, con una mirada tan intensa que los ojos no le caben en el semblante. «Es una imagen que ya contiene la muerte. Por eso cruje», señala Roig.
«Solo dos días después de ese último autorretrato, el genio malagueño hizo otro muy similar. En apenas 48 horas, Picasso se ha arrancado un pedazo de cráneo, ha dejado las cuencas oculares a la intemperie, no le quedan labios y le vemos la dentadura sin anclajes. Se ha quitado el último disfraz, ya no es Arlequín ni es Minotauro», añade. La segunda exposición de Bernadí Roig ocupa el Centre Pompidou Málaga. El laberinto de luz y el Minotauro es un conjunto de bloques de luz coagulada que esconde entre sus huecos una reproducción casi exacta del Bou de Costitx, principal exponente de la cultura talayótica (siglos V y III a.C.) Así, en el interior del Cubo de Centre Pompidou, el artista crea el laberinto «donde quedará encerrado el Minotauro fruto de la pasión incontrolada de Pasífae, condenada a desear sin tregua al hermoso toro blanco hasta ser fecundada por él», explica el artista isleño.
Del mismo modo, «Picasso permanecerá ocultado, media vida creativa, por la máscara del Minotauro para camuflar su dualidad. Un ciclo de vida, violencia, muerte y resurrección que se renueva con la tensión de cada trazo sobre un trozo de papel y conjura nuestro destino trágico», apunta. Finalmente, en la Colección del Museo Ruso se puede contemplar Shadow dancers, una instalación compuesta por cuatro pequeñas bailarinas de bronce cromado suspendidas del techo, que ocupan una de las salas de la exposición actual Incesante Picasso. Obra y vida. Esta obra explora la gran influencia de Edgar Degas en Pablo Picasso, y muy especialmente el tema de la bailarina y su colaboración con los Ballets Rusos. «Estas pequeñas figuras con algunas de sus piernas inacabadas, no amputadas, se sostienen, en rotación permanente, en el vacío y proyectan sombras superpuestas de su propia lentitud sin música», manifiesta Roig. Y frente a esta «danza silenciosa», destaca un gran dibujo, titulado Cap Negre, 2021, «un intento de introducir el tiempo en la imagen sin que la imagen se mueva», finaliza el creador mallorquín.