La vida de una persona está llena de hechos. Las biografías más formales se nutren de ellos. Las empresas fundadas, los hijos tenidos, los viajes realizados, etcétera. Pero no suelen ser estas las cosas que recuerdan los que han estado cerca. Los amigos y familiares hablan de las anécdotas, del carácter y, en ocasiones, de los defectos. «Mi mujer, que está detrás de todo lo que hago, me dijo: ve al corazón de las personas, y eso hice, fui a las entrañas». Lo explica el escritor Román Piña, que publica Mallorquines entre dos siglos, una recopilación de historias que obvian la objetividad para centrarse en «la calidad humana» de «gente muy cercana a mí» entre los que hay nombres de todo tipo, desde el alcalde Gabriel Alzamora hasta el sindicalista Manuel Pelarda o Pedro Serra, antiguo director de Ultima Hora. El libro se presenta el día 6, a las 19.30 horas, en el Auditòrium de Palma.
«Con este van 27 libros, pero este es el más curioso de cuantos he hecho», concede Piña quien explica que se debe a que «no hablo de instituciones ni nada por el estilo, como hacía cuando daba clases deHistoria del Derecho, sino que hablo de personas, de seres humanos. Hombres y mujeres de lo más variopinto». No obstante, a pesar de lo variado del repertorio del libro, «todos disponen de un fondo común: haber dejado huella, raíces, en la sociedad mallorquina, incluidos los que todavía viven». Todos, o casi todos, son «personas cercanas a mí, y por lo tanto hablo de cosas que no aparecerían en las enciclopedias».
Corazón
Por ello, en lugar de los datos más factuales y objetivos de los protagonistas, Piña se decanta por «acercarme de corazón a la entidad humana de gente que han sido y son amigos míos». Un ejercicio que navega a contracorriente de la tendencia actual de «solo recordar lo malo, cuando lo importante debe ser lo contrario, rememorar las excelentes cualidades que deben servir de cara al futuro», detalla. Así pues, en el libro hay un poco de todo, aunque «no están todos los que debieran». Hay «grandes empresarios, hombres de negocio, periodistas», pasando por maestros como el clérigo José Sabater, el historiadorJoséOrlandis o el obispo Teodoro Úbeda, así como los alcaldes JoanFageda y Gabriel Alzamora, el historiador Perico Montaner o el propio tío del autor, Miguel Forteza Piña.
De ellos narra exclusivamente «recuerdos», los que vinieron y que le «emocionaron» durante el proceso de escritura que le ha llevado tres años. «Es que lo importante no era lo económico o lo objetivo, el dato, sino el recuerdo de la amistad, y aunque uno se equivoque, si se trata de amistad o amor, es perdonable». De hecho, de Forteza Piña, su tío, rememora un divertido momento de la infancia en el que siendo Piña un niño, de noche su tío le leía un libro que estaba por salir de la imprenta, Els descendents dels jueus conversos de Mallorca, cuando de pronto se fue la luz, a lo que Miguel dijo: «Tío Miguel, esto es algún inquisitor que nos está haciendo la puñeta».
O, por dar tan solo un ejemplo más, también habla de la figura de Pere A. Serra, quien fuera presidente de honor de esta casa, de quien explica Piña que «conocía los secretos del espacio de la noticia, era un gran colocador, y su gran secreto fue levantar un periódico languideciente y hacer una gran empresa periodística de la nada, algo que nadie le podrá discutir». A su vez, habla de «sabía reírse de sí mismo, aunque no fuera en público, y tenía corazón, aunque fuera frío».