Después de Overbooking, Àlex Dioscórides estrena el documental Pedra i oli, un filme que «habla de la pérdida de la cultura del olivar de montaña, que incluye también las tonades, así como el abandono de los trabajos del campo en general, su desaparición». La película se podrá ver este martes 26 de julio, a las 20.00 horas, en la Sala Rívoli. En la película participa Alan Lomax, etnomusicólogo norteamericano que viajó en los años 50 a Mallorca. «Investigaba sobre las canciones de trabajo de todo el mundo, como el blues y su relación con los esclavos, por ejemplo. Luego vino a Europa buscando otras canciones propias de los trabajos de campo, worksongs, que se estuvieran perdiendo. Y aquí fue cuando grabó a una niña, Maria Capó, que en ese entonces tenía 17 o 18 años. Esta mujer, que ahora tiene 90, nos ha podido cantar de nuevo esa canción que cantó en su momento a Lomax, algo muy valioso para el proyecto». Asimismo, aparece otra mujer, Catalina Llompart, de la misma edad, que también se dedicaba a recoger olivas y recuerda cómo echaba de menos estar lejos de casa, pues el trabajo duraba unos meses.
En el apartado musical también interviene Antònia Ordinas, hija de Sebastià Ordinas, quien ayudó a Lomax en su labor por la Isla; así como el reconocido musicólogo Antoni Pizà, afincado en Nueva York; Toni y Nicolau Colom, padre y abuelo, respectivamente, de la conocida cantante Júlia Colom, grandes conocedores de la música popular y de las tonades y la artista Mary Lambourne, que interpreta la canción original del documental.
Pedra i oli, según su director, se nutre de «historias que giran en torno al árbol de la vida, pues el olivo tiene una parte potente de mitología». De esta manera, además de la música, que es una faceta importante del largometraje, la cinta habla de «la gente de la montaña que cuida de los olivos, un trabajo muy duro que ahora ya nadie quiere hacer». «Disfruto mucho caminando por el bosque y si te fijas descubres troncos gigantes de olivos que están enterrados. Eso es porque los olivos han quedado abandonados y entonces los pinos se hacen suyo el terreno, dejando a los olivos como enterrados. Es un problema grave también por los incendios, ahora tan peligrosos con la ola de calor, porque los olivos no se incendian tanto, porque están más separados los unos de los otros y las ovejas se encargan de limpiar el terreno», relata.
El documental, por tanto, también tiene un marcado carácter nostálgico. «Es un homenaje a toda la gente que durante siglos ha construido el paisaje que ahora disfrutamos, todas esas postales que vemos», declara.