Si hace meses que ocurrió el tsunami del encarecimiento del papel, sus olas empiezan llegan ahora a las costas de las editoriales mallorquinas. En noviembre, momento en que Ultima Hora preguntó por primera vez sobre la situación, las aguas todavía parecían mansas, pero ahora se están agitando, aunque la tónica general es la de una tormenta que se veía venir y que se ha visto acrecentada por los vientos de la guerra en Ucrania, el acaparamiento de las grandes corporaciones del papel y del cartón, y la subida de los precios de la electricidad o la crisis de los transportes. De momento, según indican, el remedio pasa por una mayor previsión a la hora de programar y, sobre todo, un enorme rompeolas armado de paciencia.
Vicente García, director del sello Dolmen, es uno de los que se mostró algo pesimista hace meses y ahora afirma que «en lugar de estabilizarse, el problema ha aumentado». Su editorial se mueve en números relativamente altos y, como destaca García, «ha coincidido con tiradas grandes y si tienes cantidades pequeñas no hay escasez, pero si son grandes sí tienes problemas». Ahora, continúa, la cosa está en que «hay que prever con más antelación» en un contexto de una subida del precio del papel de un «30 %», que es «inasumible». De hecho, «tenemos una persona solo pendiente de las imprentas». En cuanto al futuro, para García se trata de una historia conocida: «Es como siempre. Hay que adaptarse y para adelante».
Por su parte, Tomeu Canyelles, de la Nova Editorial Moll, reconoce que fue «de los optimistas», pero «la cosa ha ido a peor». «Lo que observamos es que todo se ha encarecido y es un hecho mundial e imparable», comenta Canyelles que relata episodios en los que «nos hemos visto obligados a buscar alternativas y adaptar el calendario por el desabastecimiento de cierto tipo de papel».
Para el editor, esta puede ser una ocasión para «reflexionar», ya que la situación «obliga a ser más selectivos y repensar presupuestos», y «tomar conciencia de que en Mallorca, para ser una isla, hay muchas editoriales, y también conviene reconocerlas en momentos inciertos como este». Desde Ensiola, que también son imprenta, Miquel Campaner habla sin tapujos: «Ha sido una burrada». En algunos casos relata subidas «de un 80 o incluso un 100%». No obstante, «la gente asume la subida y la pagan, pero el problema principal son los retrasos y la falta de stock». Campaner dice ser «optimista» y espera que «aunque la cosa está mal, se normalice», pero se resigna y pronostica que «los precios no volverán a bajar».
Por otro lado, describe la tormenta perfecta: «Se ha juntado todo con la subida del precio del papel, la electricidad, la apertura de la temporada turística, la huelga de transportes», etcétera. Y a pesar de ello, «intuimos que todo esto y la falta del stock no justifica la subida de los precios que ha habido».
Maria Muntaner, editora del sello Lleonard Muntaner, también confiesa que «antes no lo notamos mucho, pero ahora sí», aunque el principal escollo ha sido «la falta de stock». Además se ha dado el hecho de que «empresas grandes han acaparado y, mientras, las pequeñas y medianas nos quedábamos atrás». A pesar de ello, «nuestra ventaja es que hacemos pocos libros, pero si hiciéramos muchos no hubiéramos tenido papel», destaca.
Las previsiones desconciertan: «¿Qué pasa a un año vista? ¿Será esto sostenible? Todo es caótico y la gente está muy nerviosa», indica la editora que muestra prudencia: «A ver cómo evoluciona todo. No hay que adelantarse a los acontecimientos».
Retrasos
Para Gracià Sánchez, de El Gall Editor, la subida del precio del papel «es solo parte del problema». Al aumento de un 20% se suma «la escasez de ciertos tipos de papel y cartón que se usa para las tapas duras que cuesta mucho encontrar». Ello provoca que «lo que antes tardaba unos días ahora son semanas y esto ralentiza el proceso de edición y hasta hemos tenido algunos casos de pago por adelantado».
Además, la electricidad también ha subido y todo «repercute en los costes de producción» y, al final, «en el precio de venta». A pesar de todo, «no hay un problema de producción y creo que la situación con el tiempo se estabilizará». Para ellos, de hecho, «la principal preocupación sería que la gente dejara de comprar».
En cuanto a Ifeelbook, con Miquel Horrach al frente, son los menos afectados, pero porque «hemos sido muy restrictivos en cuanto a producción y solo hemos lanzado dos títulos bastante cortos y de tirada normal». Aun así, «hemos visto que está más caro, pero como todo». Por ello son quien más logran campear el temporal, aunque «ya veremos hacia el final de año», comenta con recelo Horrach.