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Lucía Lijtmaer: «No me gustan las historias morales de un personaje que sea perfecto»

Lucía Lijtmaer, escritora y crítica cultural, en una fotografía tomada el año pasado en CaixaForum Palma, donde impartió un ciclo de conferencias. | Teresa Ayuga

| Palma |

«Durante mucho tiempo solamente me quiero matar», reza la primera línea de Cauterio (Anagrama), la novela de Lucía Lijtmaer. La muerte está muy presente en estas doscientas páginas protagonizadas por dos mujeres separadas en el tiempo y en el espacio. La que profiere esa sentencia lapidante es una treintañera que vive en Barcelona a la que su pareja acaba de abandonar. La otra tiene nombre propio y existió en realidad, hace 400 años. Se trata de Deborah Moody, una puritana que se vio obligada a emigrar a las colonias de América del Norte y a la que la muerte parece perseguirla. Este viernes 27 de mayo, a las 19.00 horas, la presentará en la librería Drac Màgic (Palma). Este sábado 28, en Trui Teatre, estará con su compañera Isabel Calderón con Deforme Semanal, un «late show feminista» distinguido ya con dos premios Ondas.

Sobre esa marcada presencia de la muerte, Lijtmaer confiesa que se dio cuenta después de la escritura, hablando de la novela. «Es cierto que Deborah tiene una vocación vital, mientras que el personaje contemporáneo está en una especie de limbo, de purgatorio, metafóricamente hablando. Tiene una gran pulsión de muerte desde un lugar profundamente egoísta; como está mal ella, quiere que todo el mundo lo esté. Por eso tiene esas fantasías apocalípticas, explicadas desde el cambio climático», detalla. La venganza, la traición y la decepción también impregnan esta doble historia aunque siempre desde una perspectiva «retrospectiva», como puntualiza la autora. «Hay una parte de decepción, pero para mí funciona con una previa construcción. Eso está en la manera de cauterizar, ese acto de sanar a través del dolor, esa decepción como forma de crecer y aprender», añade.

Portada de 'Cauterio'.

En este sentido, las dos protagonistas han sido abandonadas por sus seres queridos, por las personas de su alrededor y especialmente por sus amistades. «¿Por qué no damos la misma importancia a las amistades que a los amores? Muchas veces cuando se acaba una amistad hay más dolor que cuando termina una relación de pareja. Quería que el lector viera que el personaje contemporáneo tiene vínculos más allá de la pareja», insiste. «Además, ella también habla con cariño de sus amigas de la adolescencia, que son como el espejo de uno mismo. Hay historias de decepción, sí, pero también hay partes felices, de puro disfrute. Lo que pasa es que se encuentra en unos momentos complicados», concede.

Cabe destacar aquí la toxicidad de esa historia sentimental, un maltrato que queda desenmascarado con la frase: «Cariño, ¿vas a salir vestida así, no te das cuenta de que pareces una puta?». Y lo que puede parecer más llamativo es que lo dice un hombre joven, culto y de izquierdas. «Las relaciones personales son muy espesas. En el caso de las parejas, es algo que se da en lo privado y muchas veces prácticamente no entra en lo público. Se establece un lenguaje propio, funciona como un ecosistema, sano o enfermo, pero un ecosistema. No me gustan las historias morales de un personaje perfecto, construido desde la salud más absoluta y que acaba con todo destrozado. Como si solo las personas inocentes y puras fueran susceptibles de ser comprendidas. La vida de ella es compleja, como la de todos», subraya.

Humor

El humor y la crítica social y política son otros elementos importantes de Cauterio. El postureo, la continua necesidad de aparentar o la hipocresía están narrados desde la «ironía», sobre todo por parte del personaje contemporáneo. «Tiene una mirada antropológica de lo que sucede. La turistificación de la ciudad, que también es importante, son temas que aparecen no con un narrador omnisciente o como una homilía, sino a través de ella», señala. «Es interesante esa lectura del humor, porque mucha gente me dice que es un libro muy duro y otros, opinan eso, que hay mucho humor. Yo creo que sí hay una parte sarcástica del personaje contemporáneo, como si no tuviera que participar en lo que ocurre socialmente a su alrededor. Ella dice que tuvo amigas y no le sirvieron de nada. Ella funciona como una especie de antropóloga social, como una observadora de las convenciones sociales a las que todos estamos inscritos», reconoce.

De humor trata también Deforme Semanal, el proyecto que codirige con Isabel Calderón desde 2017 y que acaba de ser galardonado en los Premios Ondas Globales del Podcast. Con este programa recalarán este sábado en Trui Teatre, a las 21.00 horas. Sobre el show, Lijtmaer avanza que será «inédito, porque lo hemos hecho en otros sitios pero no se puede grabar, no se emite en ningún sitio. Y, además, es bastante más bestia de lo que la gente se encuentra en el podcast. Es un humor inteligente y más al límite».

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