El parroquiano es aquella persona que, pertenezca o no a una parroquia, tiene la sagrada costumbre de frecuentar siempre un mismo lugar. Una suerte de ritual litúrgico. A los feligreses de los bares de siempre, a los que se reúnen para intentar arreglar el mundo –o sus mundos– apoyados a la barra o a una mesa cualquiera, dedica el fotógrafo Alejandro Maestro su libro titulado precisamente eso, Parroquianos. De hecho, el volumen es toda una declaración de intenciones: de color negro, con una cruz en el centro formada por piezas de dominó doradas y el canal rojo. Maestro firmará ejemplares en el estand de Literanta, en Cort, el 23 de abril, Sant Jordi, entre las 11.00 y las 12.00 horas.
El tomo incluye dos series fotográficas, todas ellas en blanco y negro y siguiendo un proceso analógico. Una está dedicada a esos personajes y otra a los bares que están en peligro de extinción o bien que ya han sucumbido a la temible globalización. Son locales tanto de aquí, de Palma, como del pueblo Cármenes, de León, donde Maestro se inició como parroquiano. Importantes también son los textos que lo nutren, firmados por el propio Maestro y por el escritor Nadal Suau.
Fábula
«Existen todavía unos bares que nacieron al amparo del siglo XX, que no sobrevivirán al siglo XXI, y que albergan a un personal marcado por toda una época, con sus pasiones y derrotas», relata Nadal Suau. Un texto que bien podría ser el arranque de un cuento. Y es que precisamente en Parroquianos se muestra ese aspecto «mágico o misterioso, casi de fábula», que es la desaparición de los parroquianos y esos bares. Los fantasmas, apunta Nadal Suau, también son eso, «una presencia que está y que no está».
En ese sentido, lo reflejado en el volumen se encuentra en una especie de limbo, pues retrata una defunción en parte latente. «Es un libro para enterrar y desenterrar dentro de 50 años. Estamos ante una cápsula del tiempo», considera Maestro. Sin embargo, Nadal Suau opina que «son fotografías muy vivas, pues los personajes retratados están en un estado de plenitud». Así las cosas, en esas imágenes habría más vida que muerte.
Asimismo, el literato señala la condición de Maestro de fotógrafo «tardío» y «periférico» sin un vasto «background teórico». Con todo, «la mirada de Alejandro me parece que está bastante trabajada y en su obra puedes entender y percibir diferentes referentes. No es una mirada amateur o adánica, porque son muchos años de mirar. La suya es una mirada llevada por la pasión de hacia donde mira y hacia los maestros», añade. No obstante, Maestro puntualiza: para romper las reglas, primero hay que conocerlas de antemano. Asistimos a lo que el fotógrafo llama «extinción de costumbres». Pero Alejandro Maestro lo tiene claro: «Los bares son mucho, prácticamente todo. Son el resumen de nuestras vidas».