«Escribir es un acto de resistencia» es posiblemente el lema vital de Biel Mesquida y el eje de todas sus obras. Un acto de resistencia que se materializa también con el mimo con el que trata el lenguaje, la lengua catalana. De hecho, añade que «para mí, la escritura es una declaración de amor a la lengua catalana». «Busco hacer que el lenguaje resuene, vibre y tiemble», asegura en relación a su nuevo libro, Encarnacions (LaBreu). El volumen cuenta con prólogo de Nicolau Dols, epílogo de Sebastià Perelló y su portada es una ilustración de Miquel Barceló. Además, la solapa incluye un código QR con fragmentos leídos por el autor.
Después de presentarlo este jueves en Can Balaguer con Toni Cuenca al contrabajo, hará lo propio hoy, a las 20.00 horas, en Espai Passatemps (Santa Maria del Camí) y mañana, a las 19.30, en Món de Llibres de Manacor. De hecho, apunta que «primero, en este volumen, está la Biblia: Et Verbum caro factum est. Y el verbo se hizo carne. Pero yo digo ‘el verbo se hizo carne'. Un verdadero escritor tiene que conseguir hacer carne con la escritura. Es lo que yo quiero, hacer carne con las palabras, que tengan latido, que crezcan, que tengan irradiaciones continuas. Esa podría ser la definición de la poesía: unas palabras que hagan música, que hagan sentir y que den ganas de sentir. A veces digo que eso también es Encarnacions: ganas de sentir en estado sólido».
Los diferentes medios de comunicación en los que ha trabajado Mesquida «con total libertad» a lo largo de 40 años le han servido como «laboratorio literario» y estas Encarnacions son también el resultado de toda esta experiencia. «Hace un tiempo empecé a publicar contarelles ligadas al texto. Fue en 2017, 2018 y 2019. Cuando terminé conté unas 750 páginas. Aquí es cuando comenzó el trabajo de construcción de este libro, de unas 400», cuenta. Este proceso lo realizó en 2020 y 2021 y fue en paralelo a la escritura de su poemario Carpe momentum (Eumo Editorial / Cafè Central) y una novela pendiente de salir, C de Carnatge.
En cuanto a la estructura, el escritor concibió Encarnacions como un tríptico con las partes Camí de passatemps, L'alè vital y La rialla de l'univers, al estilo de su admirado El jardín de las delicias. «El lector lo que hace es juntarlas y configurar una especie de red de constelaciones. Esto tiene unos efectos buscados de calentar al lector en estos tiempos glaciales, darle alimento en estos momentos de hambruna espiritual y, sobre todo, quiero que le haga compañía, que es lo que tienen que buscar los buenos libros. Este es un libro con vocación de libro de cabecera», concluye. Visto de otro modo, porque ante todo es una obra abierta y de múltiples lecturas, Encarnacions es un «Dragon Khan porque tiene inversiones, subidas al cielo y bajadas hasta la tierra».