Úrsula Urgelés (Palma, 2000) encontró en la danza el lenguaje perfecto para expresarse, para comunicarse. Y como tantos apasionados de este arte, Urgelés soñaba con formar parte algún día de la prestigiosa compañía Nederlands Dans Theatre (NDT), fundada en 1959 en La Haya. Un sueño que se hizo realidad hace algunos meses, cuando fue seleccionada en una audición celebrada en plena pandemia.
Para poder presentarse, la mallorquina tuvo que hacer cuarentena en Holanda, pero los esfuerzos valieron la pena. «Todavía no me lo creo. Con 9 años ya seguía los pasos de la compañía, la adoraba. Siempre dije que mi objetivo era poder entrar en la compañía», recuerda.
Prestigio
«Todos los que saben el prestigio que tiene ya me advertían de que era casi imposible y yo misma era consciente de lo lejano que me resultaba. Vengo de una escuela de barrio, Llar Dansa, de Blanquerna, y fueron maestras como Susana Aledo y Aina Pascual las que me ayudaron a formarme. Siempre les estaré agradecida por la generosidad con la que me trataron, así como por todo el conocimiento, la pasión y el apoyo que me ofrecieron desde el minuto cero», subraya. Con 15 años se fue a estudiar a Barcelona, donde se graduó en el Conservatori Professional de Dansa del Institut del Teatre.
Ahora, y hasta el próximo 17 de marzo, Urgelés está girando con la NDT por Reino Unido. Ya han actuado en Londres, Norwich, Nottingham, Plymouth y Canterbury. También pasarán por Newcastle, Inverness, Edimburgo y Dublín. Las obras que están representando son The Big Crying, de Marco Goecke; Simple Things, de Hans van Manen e Impasse, de Johan Inger.
Antes, la compañía había girado sobre todo por Alemania y Holanda. En este sentido, la mallorquina lamenta que «antes del coronavirus, esta compañía viajaba a otros continentes, a Estados Unidos e incluso a Asia, pero la pandemia lo ha paralizado todo, ojalá se puedan retomar estos viajes». La mallorquina cuenta que, por una parte, trabajan en lo que llaman repertorio, que son piezas y coreografías creadas por artistas que deben aprender con la ayuda de «repetidores que enseñan los materiales a las diferentes personas, con sus cuerpos y personalidades».
Por otra parte, también «vienen coreógrafos que hacen sus nuevas creaciones sobre nosotros». Esta última parte es más «creativa» porque «los bailarines también contribuimos al proceso y nuestras improvisaciones también se incluyen en la pieza». «Creo que lo interesante de la danza contemporánea es que deja espacio para que se adapte a la personalidad de cada persona. Un intérprete no solo ejecuta, sino que también toma decisiones. Además, hacer arte no se limita a repetir algo, no somos máquinas e incluso ni la misma persona es capaz de hacer siempre lo mismo», afirma. «Por eso disfruto tanto de estar en esta compañía, porque nos dejan espacio y nos dan libertad, no pretenden que seamos quien no somos», agradece.
«La danza para mí es el lenguaje en el que me siento más cómoda para expresarme, para curarme. He bailado enfadada, triste, alegre... En los últimos años, a medida que me voy haciendo mayor, me doy cuenta de que quiero que mi trabajo sea más reivindicativo. Porque la danza me sirve a mí, pero me encantaría que también tuviera una utilidad social. Es un lenguaje muy potente y, a través del arte, no solo de la danza, se pueden decir muchas cosas, no todas ellas complacientes. El arte forma parte de la condición humana, lo necesitamos para vivir. Yo, sin danza o arte, me moriría», concluye la artista.
El apunte
Daus, un proyecto junto a Diego Ingold y Aina Zanoguera
Uno de los proyectos personales de Urgelés es la compañía Daus, que forma junto a Diego Ingold y Aina Zanoguera. Este grupo se estrenó con la pieza Oficis oblidats, una propuesta multidisciplinar y con una importante parte de improvisación.
La pieza, un homenaje a los trabajos desaparecidos de las generaciones pasadas, se pudo ver en Can Balaguer dentro del PalmaDansa. La intención, avanza, es poder volver a mostrarlo en casa.