Hace falta haber pasado, pongámos, el último medio siglo en Marte para no saber que Miguel Ríos es uno de los grandes pioneros del rock en lengua española. Además, el granadino es lo más parecido a Manolete que puede verse sobre un escenario, y es que, como el torero, se ha retirado y vuelto al redil en incontables ocasiones. Existe un motivo. En un concierto del cubano Antonio Machín, al que el autor de Rock in Rios acudió acompañado de su madre, ésta le deslizó ‘no hay cosa más fea que la vejez en el escenario. Hijo, tú no te vas a hacer viejo en un escenario'. Y es que pegar saltos con más de 70 años puede ser tan cachondo para algunos como irreal para otros. En su vuelta al ruedo, el rockero andaluz hará una parada en el Auditòrium de Palma, este domingo a las 19.00.
A sus 77 primaveras, Ríos regresa con nuevo material, el flamante Un largo tiempo, décimo octavo capítulo de su idilio con un género que, como el propio artista definió en uno de sus títulos más emblemáticos ‘nunca muere'. El blues de la tercera edad fue la carta de presentación de este LP, primero con temas inéditos en 12 años. Se trata de un tema optimista y evocador que reflexiona sobre la generación nacida a mitad del siglo XX, curtida en una época convulsa. Su análisis desprende nostalgia a la par que reivindica la lucha hasta el final. Cabe recordar que el granadino ha mostrado su apoyo públicamente en pos de pensiones dignas para los jubilados.
Su regreso al estudio desmonta su enésima despedida artística, anunciada en 2011, tras una carrera de cinco décadas de música, más de quinientas canciones grabadas y miles de conciertos a sus espaldas. De modo que, desde su jubilación teórica y con un vigoroso estado de forma musical, el rockero incombustible se enrola en su ¿última? gira, en la que recupera buena parte de sus temas más solicitados, acuñados en los 60 (El río, Vuelvo a Granada) y 80 (Santa Lucía, Bienvenidos).
Inicios
Como tantos otros compañeros de generación, los inicios de Ríos estuvieron marcados por la imposición de las casas discográficas de versionar en castellano éxitos que ya habían triunfado en inglés. En aquellos días, bautizado como Mike Ríos hizo suyos pelotazos como The twist, de Hank Ballard; o Bonny Moronie, de Larry Williams. No fue hasta bien entrada la década de los 60 que su carrera sufrió un punto de inflexión, fue cuando comenzó a apuntalar su propio repertorio, abanderado por joyas como El río, de Fernando Arbex, o Vuelvo a Granada, escrita por él mismo.
Éxitos a los que siguió El himno de la alegría, un tema con más de 50 años a sus espaldas que, en realidad, era otra adaptación con arreglos de Waldo de los Ríos a partir de la novena sinfonía de Beethoven. Pero tan personal y bien rematada que, en su versión en inglés (A song of joy), despachó más de 7 millones de copias en todo el mundo. Tal fue su impronta que en 1972, esta vez con arreglos del maestro Herbert Von Karajan, aquella oda a la libertad y el hermanamiento se transformó en el himno oficial de la Unión Europea.
Miguel Ríos vivió otro de sus puntos álgidos en 1982, fecha en la que grabó su exitoso ‘Rock And Ríos', un doble álbum en directo trufado con clásicos como Bienvenidos, que a la postre se convirtió en su mayor éxito comercial hasta la fecha.